“La gramática del español es herencia directa de una lengua de conquista: el latín”, a decir de Concepción Company Company

Luis Fernando Lara, lingüista, investigador y académico mexicano
Se desarrolló el panel “Migraciones y diversidad lingüística”, moderada por Silvia Giorguli, integrante de El Colegio Nacional, con la participación de los colegiados Concepción Company Company y Luis Fernando Lara, además de Fernando Nava, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
El español se origina en una lengua de conquista que se considera, para efectos lingüísticos, patrimonial, pues cuando hablamos de léxico, gramática, patrimonial, automáticamente pensamos en el latín y “nadie se rasga las vestiduras, porque haya sido una conquista muy dolorosa”, aseveró la lingüista.
De acuerdo con Luis Fernando Lara, las únicas comunidades mexicanas que conservan elementos de las culturas africanas son las de la costa chica del litoral de Guerrero y de Oaxaca.
La primera gran migración de la lengua española viene de la conquista romana, a decir de la lingüista Concepción Company Company, integrante de El Colegio Nacional, al situar el origen del español entre los años 2218-2220 a. de C, cuando los romanos iniciaron la conquista de la península ibérica por razones bélicas para detener a un general en Cartago, la actual Túnez, “pero ese es el motivo inicial y hay una imposición progresiva del latín que dura varios siglos, no es llegar y pegar”.
Al participar en la mesa redonda “Migraciones y diversidad lingüística”, coordinada por Silvia Giorguli, también miembro de El Colegio Nacional, en el contexto del X Encuentro Libertad por el Saber, la académica de la lengua recordó que 90%, o más del léxico y la gramática del español, es herencia directa de una lengua de conquista: el latín “y la lengua de conquista se caracteriza por estar restringida en sus inicios a tres ámbitos de la vida: la explotación comercial —explotación de recursos—, la administración y la religión”.
“Así sucedió con la lengua latina. Las primeras documentaciones se restringen a esos tres ámbitos, luego se produce un progresivo afianzamiento del latín, llegada de más pobladores, nacimiento de latino-nativos en la propia península ibérica, y eso va gestando la lengua española: el gran germen y la gran madre de la lengua española es la lengua de conquista, el latín; por lo tanto, la lengua española, gestada por efecto de una gran migración con características iniciales de conquista, produce una progresiva extensión del latín”.
Una lengua de conquista que se considera, para efectos lingüísticos, patrimonial, pues cuando hablamos de léxico, gramática, patrimonial, automáticamente pensamos en el latín y “nadie se rasga las vestiduras, porque haya sido una conquista muy dolorosa y, además, hay evidencias de una gran resistencia de siglos”. Destacó Company Company al dictar la ponencia “Migraciones y enriquecimiento lingüístico. El caso de la lengua española”.
Así el léxico prerromano, que se llama también paleo-hispánico, es efecto de la resistencia, del contacto entre prerromanos y romanos, y una progresiva asimilación al latín. Como ejemplo de palabras prerromanas, que no son latinas, la colegiada nombró a calabaza, conejo, garbanzo, grava o perro. “De hecho, la palabra España, proveniente de Hispania, significa tierra de conejos”.
La segunda gran migración es la conquista de los visigodos. En el siglo V, pueblos germanos, procedentes del centro y el este de Europa, invaden la Península Ibérica, acaban con la pax romana, efecto de una gran conquista y durante 300 años, aproximadamente, los visigodos, que se consideran élites culturales, pero también grandes guerreros, conviven con los hispanos, porque no son españoles todavía.
De esta manera, se incorpora al incipiente español, nuevo léxico, sobre todo bélico y artesanal, que desplazó al originario latín en esos ámbitos culturales, y, por ejemplo, se tienen germanismos como arenga, atavío, espía, guardián, guerra, robar, ropa, yelmo y alto —no de altura—.
La tercera gran migración es la conquista de los árabes, del siglo VIII, del 711 en adelante, árabes procedentes del norte de África invaden la península ibérica. De hecho, ellos denominan Andalucía a la antigua bética romana y Mandalo, y Andalucía son palabras emparentadas: en su origen, mandalo significa proveniente del norte de África.
“El carácter inicial de conquista, sin duda para explotación comercial, para religión, pero una intimísima convivencia e íntimos contactos de castellanos, hispanos primitivos, del siglo VII al XIII aproximadamente, y hay préstamos del árabe en el español, por ejemplo, como la personalización de verbos meteorológicos: ‘me amanecí’ y ‘me anochezco’, parece ser influencia árabe, también pronombres indefinidos como zutano o mengano; los insultos como perro, que no es una palabra latina, pero en la cultura árabe decir perro es un gran insulto y los primeras documentaciones de insultos que tenemos en lengua española es ‘perro’, además de ‘puta’ y ‘puto’, claro que son las más frecuentes”.
Por lo tanto, los miles de arabismos —tres mil arabismos primarios, cinco mil si se incorporan los derivados, como almacenar y almacén, el primario—, nos ayudan a cuestionar el carácter que nos ha dado la historia oficial de España, de que es una invasión y una conquista constantes. “No debieron convivir en la intimidad, debieron mestizarse, de lo contrario no se explicaría por qué el latín ‘piscina’ fue sustituido por ‘alberca’ en muchos países hispanohablantes”, explicó la especialista.
La presencia africana
Con el tema “La migración forzada de africanos al Golfo de México y el Caribe y sus efectos lingüísticos”, el colegiado Luis Fernando Lara ofreció un recorrido sobre el origen de los contactos de la cultura africana con el español, lo que viene desde la época de Al Andaluz, a comienzos del siglo XV, cuando los españoles tuvieron contacto con pobladores negros de África, a través de tribus saharianas que los ayudaban a comerciar con diversos reyes del sur, en particular con el imperio de Mali y los de Senegambia, que practicaban la esclavitud y luego los vendían a los árabes o a los portugueses.
“Posteriormente, los propios señores castellanos de las islas Canarias incursionaron en las costas del sur del Cabo Bojador para comprarlos directamente a sus primeros esclavizadores. Un dato a propósito de la presencia de esclavos en España: en Sevilla, la más grande e importante ciudad española del siglo XVI, había seis mil 327 esclavos en 1565 y la mayoría eran africanos”.
El papel de los portugueses fue, sin embargo, preponderante por el hecho de que dominaban las rutas marítimas de África Occidental y también las del océano Índico; preponderancia que se vio reforzada por Tratado de Alcáçovas y, pocos años más tarde, por el de Tordesillas, firmados por Isabel La Católica, en el cual fijaron un meridiano sobre el Atlántico a 370 leguas del archipiélago de Cabo Verde, para delimitar la parte del océano que tenían derecho a explotar los portugueses y la que correspondía a los castellanos.
“Ese tratado”, compartió el también catedrático de El Colegio de México, “daba los portugueses el derecho al comercio exclusivo con África y a Castilla, el oeste, lo que comprendía la mayor parte del continente americano. Los portugueses dominaron el comercio esclavista hasta el siglo XVII, cuando holandeses, daneses y franceses les arrebataron la mayor parte y, durante el XVIII, ingleses y estadounidenses”.
Antes de 1580, casi 80% de los esclavos en la Nueva España y en Perú provenían de la parte alta de Guinea, aunque algunos de ellos no provenían directamente de Senegambia, sino indirectamente de la península ibérica debido al comercio de los siglos XV y XVI. Los esclavistas portugueses habilitaron puertos de concentración y de escala en el Atlántico en las islas de Cabo Verde y Santo Tomé, antes deshabitadas; desde allí los traían a Veracruz, Portobelo, en Panamá; Cartagena, en Colombia, La Habana y Campeche, lo que hace posible la hipótesis de varios investigadores de que en aquellas islas se gestó la base del habla bozal y de las lenguas llamadas criollas que se formaron en el Caribe.
Por ejemplo, el palenquero de San Basilio, cerca de Cartagena en Colombia, como en los dominios de los demás colonialistas: criollo haitiano, criollo jamaiquino, papiamento de las islas holandesas. A lo largo del siglo XVII comenzaron a predominar en América los esclavos procedentes del Congo, hablantes de kikongo, y de la actual Angola hablantes de kimbundu, ambas lenguas de la familia bantú.
Aproximadamente 84% de los que llegaron a Veracruz en ese siglo eran angoleños. En Campeche llegaron a constituir el 95% de los esclavos; según el historiador Antonio García de león, La Nao de China, durante el siglo XVII, trajo a la Nueva España, vía Acapulco, esclavos de África Oriental, de Mozambique y Somalia, junto con algunos indios de la India y filipinos, generalmente llamados chinos. Lamentablemente. Lara dijo que no ha encontrado información concreta al respecto, aunque los topónimos, los nombres del lugar, como Mozambique, en Medellín; Macondo, en Villa Azueta, y Mozomboa, en Acapulco, Guerrero, pero atestigua en la presencia de africanos orientales en México.
Los esclavos en la Nueva España alcanzaron los 230 mil, entre 1525 y 1867, pero su número comenzó a declinar a finales del siglo XVIII, cuando sólo quedaban seis mil esclavos. La consideración de las condiciones sociales y jurídicas de los esclavos africanos es determinante para comprender, en el caso de la Nueva España, su asimilación lingüística al español o la formación de sus lenguas criollas.
“Desde los primeros años de la conquista, los españoles comenzaron a traer con ellos, como sirvientes, esclavos negros que habían llevado a España los traficantes árabes del norte de África y los negreros portugueses. Esos negros se hispanizaron rápidamente, tanto en sus costumbres como en su lengua”.
En Hispanoamérica, muy pronto, comenzó la importación directa de esclavos desde África, que los desparramó por todo el continente, pues no solamente consideraban a los africanos más resistentes para el trabajo que los indios, sino que el descenso demográfico generalizado de los pueblos aborígenes, desencadenado por las epidemias de los años de la conquista y reforzado por varios ciclos más de epidemias devastadoras, tuvo efectos más acusados y fomentó su importación.
“Sin embargo”, recalcó Luis Fernando Lara, “las únicas comunidades mexicanas que conservan elementos de las culturas africanas son las de la costa chica del litoral de Guerrero y de Oaxaca, pero no hay huellas de la existencia anterior, entre ellas de alguna lengua africana o alguna lengua criolla, ‘lo que hemos heredado los mexicanos de aquellos esclavos es, ante todo, su contribución al mestizaje’”.
En su oportunidad, el investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas, de la UNAM, Fernando Nava, ofreció la conferencia “Migraciones nahuas y de otros grupos indoamericanos hacia, en y desde México”, en la cual abordó la importancia de dicha lengua y la manera en que tuvo contactos con diversas culturas del sur y del norte del territorio, en gran parte porque “a dos cuadras vivía un señor al que le quitaron el poder, llegaron los barbones y ese señor y quienes lo antecedieron los reyes del imperio mexica, tuvieron un papel político administrativo que dejó muchas huellas, sobre el cual se montaron las políticas del interés de la corona española.
Los grupos nahuas tuvieron contactos y dejaron reflejos lingüísticos, “ustedes ubicarán al doctor Ricardo Maldonado, un lingüista de la UNAM descendiente de michoacanos. Su bisabuelo todavía hizo recorridos en rutas de arrieros de Michoacán a Centroamérica en rutas de comercio”.
Una forma muy cercana y que llama la atención, por ello es que varias lenguas, desde el comanche en los Estados Unidos, hasta el mixteco, el popoloca o el triqui, hacia Puebla y Oaxaca, para que los niños se alejen de algo que está caliente tienen maneras semejantes de llamar su atención: itititi’, en comanche; tUtU, tarahumara; triqui, Utititi; popoloca achUchU y mixteco achIchI.
En su conferencia, Fernando Nava aseguró que muchas personas han deificado la importancia, lo ponen como la lengua ejemplo de su familia “y nada más falso que eso, es la menos bien portada de todas las familias de yutonahuas: se vino al sur, por ejemplo, y se mesoamericanizó”.
La mesa redonda “Migraciones y diversidad lingüística”, se encuentra disponible en las plataformas digitales de El Colegio Nacional.