¿Cómo puede un bebé aprender dos idiomas al mismo tiempo?
La adquisición de dos o más lenguas en la primera infancia muestra la potencia del cerebro humano
La adquisición del lenguaje en los niños es una de las características más fascinantes de la especie humana, así como uno de los problemas más difíciles en lingüística y ciencia cognitiva. ¿Cuáles son los procesos que permiten a un niño dominar completamente su lengua materna en tan sólo unos pocos años y hasta un grado de competencia que los estudiantes adultos de una segunda lengua casi nunca pueden igualar?
Lejos de ser una cuestión de consenso, este tema ha dividido en gran medida a las comunidades de investigación en estos campos: el siglo XX estuvo marcado por la influyente idea de Noam Chomsky de que la adquisición de una lengua nativa podría provenir de una facultad gramatical universal e innata en los humanos, distinguiendo de otras especies animales.
Si es tan impresionante que un bebé pueda aprender incluso un solo idioma, ¿cómo explicamos que pueda aprender dos, tres o incluso más?
La mitad de la población mundial es bilingüe
Esta pregunta presupone que el bilingüismo o el multilingüismo son esporádicos en las sociedades humanas, la excepción más que la regla. Sin embargo, los expertos no sólo estiman que casi la mitad de la población mundial es bilingüe, sino que además el multilingüismo es en realidad más común que el monolingüismo. Basta mirar algunos de los países más poblados del mundo, como India y China.
Por tanto, no sorprende que un niño pueda tener varias lenguas maternas. Esto es algo que se debe fomentar, no impedir como si fuera un obstáculo para el desarrollo o la integración cultural y social del niño. Numerosos investigadores han destacado los numerosos beneficios cognitivos y sociales del bilingüismo a lo largo de la vida. Entre ellos se incluyen una mejor memoria, una aparición más tardía de enfermedades neurodegenerativas o una mejor adaptación a diferentes contextos sociales.
La clave del bilingüismo en los niños parece residir, en primer lugar, en un conjunto de capacidades cognitivas generales de los seres humanos de todas las edades (como la analogía, la abstracción y la memoria enciclopédica) y, en segundo lugar, en la asombrosa plasticidad cerebral, sobre todo entre los 0 y los 3 años.
Desde el nacimiento, el niño es capaz de retener y categorizar estímulos lingüísticos que son extremadamente ricos en información sobre su pronunciación, estructura y significado, así como los contextos familiares y sociales en los que se utilizan. En información, el niño puede deducir rápidamente que un conjunto de construcciones lingüísticas difiere de otro en términos de convenciones para dos dos lenguas diferentes (por ejemplo, francés e inglés), sobre todo a partir del primer año.
De este modo, adquieren una habilidad conocida como code switching ‘cambio de código’, que les permite pasar fácilmente de una lengua a otra, por ejemplo, según, por ejemplo, en función de su interlocutor, y a veces dentro de la misma frase code-mixing.
Darle tiempo al niño
Por supuesto, que el bilingüismo sea fácil para un niño no significa que su desarrollo lingüístico sea idéntico al del otro monolingüe.
Tanto si los niños aprenden dos lenguas simultáneamente como si aprenden una segunda lengua antes de los tres años, dominar dos gramáticas alternativas para contextos para contextos sociales especializados representa una carga cognitiva adicional. No es raro que que un niño bilingüe tarde algo más que uno monolingüe en aprender por completo la lengua que tienen en común.
Esta ligera discrepancia –que a veces se manifiesta en forma de "mezclas" lingüísticas– desaparece rápidamente a medida que el niño crece.
Para orientar a los niños y facilitar su adquisición bilingüe, a menudo se utiliza el enfoque parental "una persona, una lengua". Por ejemplo, si uno de los padres habla más inglés al niño y el otro más francés, el bebé podrá distinguir más rápidamente entre los dos sistemas lingüísticos y convocarlos en interacciones con personas concretas, en nuestro ejemplo,
anglófonos y francófonos.
Además, un equilibrio en la frecuencia del uso de los dos idiomas en el hogar permitirá al niño afianzarlos exitosamente para su uso regular en años posteriores. Entonces, si sois una pareja que habla dos idiomas y queréis pasárselos a vuestro hijo, hay algunos hábitos que podéis adquirir, pero no os tenéis que preocupar demasiado: basta con hablar los dos idiomas de forma constante para su hijo y el chico se encargará del resto.
* Cameron Morin es lingüista, con doctorado en la École Normale Supérieure de Lyon.