«Sin Alfonso X, tendríamos que haber esperado a que existiera otro genio»
Teresa Santamaría, directora de la Escuela de Traductores de Toledo
La Escuela de Traductores de Toledo se ha convertido este año en un referente cultural para la celebración del VIII centenario de Alfonso X. El monarca 'sabio' fue uno de los principales impulsores de este centro, del que se sigue teniendo una idea mítica después de más de un cuarto de siglo de su creación. Su directora, Teresa Santamaría, reflexiona con ABC sobre la influencia que tuvo el monarca en la institución que esta albaceteña dirige desde 2017.
Mucho se ha hablado sobre la relación que Alfonso X tuvo con la Escuela de Traductores. Fundador, impulsor, traductor... ¿qué hay de mito y qué de realidad en la relación del monarca con la Escuela?
Existe una idea un poco mítica de lo que fue la Escuela de Traductores de Toledo que no se corresponde con la realidad. Cuando se utiliza el término Escuela de Traductores de Toledo, principalmente en ámbitos científicos, estamos empleando una denominación convencional, pero no podemos decir que el movimiento traductor que se produjo en Toledo en los siglos XII y XIII fuera una escuela. No existió un edificio para impartir clases sobre traducción y tampoco fue organizada ni por la Iglesia ni por Alfonso X, como se ha descrito en alguna ocasión.
Cuando hablamos de la Escuela de Traductores estamos refiriéndonos sobre todo al movimiento de traducción que se dio en Toledo en el siglo XII bastantes años antes de la actividad traductora que impulsó Alfonso X. Un movimiento de traducción de obras del árabe al latín, sobre todo de tipo científico, que fue muy relevante para el progreso de Europa y que se organizó en torno a la catedral, ya que suponía un importante trasiego de intelectuales de toda Europa.
Un siglo después, en el siglo XIII, es cuando Alfonso X impulsa una actividad traductora importantísima que no está exclusivamente vinculada a Toledo. Es una actividad traductora que tiene unas características distintas a las que había tenido ese movimiento del siglo XII, porque Alfonso X implicó intensamente la lengua castellana en esas traducciones. Mandó hacer muchas traducciones científicas donde tenía una primacía notable la temática de la astronomía y astrología, e hizo traducir esas obras del árabe al castellano. Aunque cuando él quiso potenciar sus políticas internacionales, cuando quiso conseguir este título de emperador, rey de romanos, ahí mandó traducir algunas obras al latín porque seguía siendo la lengua de difusión internacional.
Por tanto, no podemos decir que fundara la Escuela de Traductores de Toledo ni que estuviera vinculado a una escuela de traductores, pero sí a una actividad traductora importantísima. Además, tiene conexión en el siglo XIII con otros focos muy importantes de traducción que se daban en el resto de Europa, principalmente en Sicilia, donde hay que recordar que su madre Beatriz de Suabia era prima del rey de Sicilia, Federico II, que pertenecía a una familia muy culta de reyes e impulsó un movimiento traductor muy importante.
Promotor de la cultura
¿Cree que el trabajo que desarrolló Alfonso X durante todos estos años ha sido lo suficientemente valorado?
Desde un punto de vista científico, yo creo que este trabajo del impulso del movimiento traductor se va conociendo cada vez mejor, aunque también considero que falta mucho por hacer sobre el alcalce real de algunos de los textos. Hay que estudiar todavía textos científicos que se hicieron aquí y el vínculo que eso puede tener con otros movimientos de traducción y con otros textos existentes.
Desde un punto de vista de la cultura hispánica, creo que sí puede estar reconocido, pero quizá no tanto el valor que hayan podido tener algunas de estas traducciones y ese movimiento traductor desde un punto de vista internacional.
¿Qué hubiese sido de este movimiento traductor sin la figura de Alfonso X?
No tendríamos todo el caudal de textos que produjeron ese ‘escritorio’ de Alfonso X. Por un lado, no tendríamos todas las aportaciones a la astrología, astronomia y, por supuesto, a la lengua castellana. Y tampoco la difusión de algunos textos a nivel internacional, sobre todo a través del latín. Tendríamos que haber esperado a que apareciera otro genio para que hubiera podido dar ese impulso a la lengua y a la ciencia.
Para muchos es desconocida la labor que se realiza desde la Escuela. Cuénteme en qué consiste.
La Escuela de Traductores de Toledo es un centro de investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). En mi opinión, es un centro realmente estratégico con una proyección internacional muy importante. Trabajamos con los movimientos traductores tanto del siglo XII como del siglo XIII, continuando esa función. Por un lado, hay un trabajo de traducción de investigadores del árabe al español y, por otro, se recuperan aquellas traducciones que se hicieron en la Edad Media. Digamos que cubrimos las dos esferas, tanto la investigación historicista, de traducciones medievales, como la esfera de las traducciones actuales. En ese sentido, mantenemos ese espíritu de ser un centro estratégico para las relaciones entre la cultura árabe y la occidental.
La Escuela de Traductores es un centro muy importante, no solo a nivel regional o de la Universidad, sino también un centro muy relevante a nivel nacional, porque no existe un centro similar en Europa que tenga esos antecendentes tan importantes y esa proyección tanto antigua como contemporánea.
¿Cuáles son los proyectos que tiene en marcha la Escuela?
Tenemos un proyecto de investigación centrado en la recuperación de un texto traducido que hizo Gerardo de Cremona en Toledo de una obra sobre medicamentos. Estamos intentando sacar la edición de la traducción latina y de una parte de la versión árabe de esta traducción que se conserva en algunos manuscritos medievales. Para ese proyecto contamos con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación
También tenemos un proyecto muy importante de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha que se centra en el conjunto de traducciones científicas y, en especial, médicas, que se hicieron en la llamada escuela de traductores medieval. Este proyecto es más global, con una duración de cuatro años.
Y, por último, contamos con el programa ‘Logos’ para la investigación de estudios clásicos de la Fundación del BBVA. Con él estamos intentando editar un texto de un judío converso médico, Álvaro de Castro, que es un manuscrito muy voluminoso y que incluye un repertorio de medicamentos a modo de diccionario. Éste se conserva en la biblioteca capitular de la catedral de Toledo.