meandro
Este nombre corresponde a cada una de las curvas que describe el curso de un río y, por extensión, a las curvas de un camino. En arquitectura se ha llamado meandro a cierto tipo de adorno de líneas sinuosas y repetidas.
Pocos saben que el origen de esta palabra está en el nombre del río llamado Maiandros por los griegos, que pasó al latín como Meander y hoy es conocido como Büyük Menderes. Este río fluye a lo largo de casi cuatrocientos kilómetros en Anatolia, la península más occidental de Asia, que en la actualidad forma parte de Turquía y es más conocida como Asia Menor. Sus aguas desembocan en el mar Egeo después de un curso extremadamente sinuoso. Durante la civilización griega, en una de sus márgenes se encontraba la ciudad de Mileto, cuna de la escuela filosófica de Tales.
Esopo cuenta en una fábula que las zorras fueron a beber en las aguas del río Maiandro:
Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río de primera.
El sentido actual de la palabra fue usado por Borges en su cuento El jardín de los senderos que se bifurcan, dedicado a Victoria Ocampo:
Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla. Es el modo tortuoso que prefirió, en cada uno de los meandros de su infatigable novela, el oblicuo Ts’ui Pên.
Y ya que hablamos de Borges, cabe recordar que la palabra meandro ha sido muy usada en la crítica literaria para designar el carácter sinuoso de la escritura del celebrado narrador argentino.