piscina
Esta palabra llegó sin variaciones desde el latín clásico piscīna hasta el castellano, el catalán, el portugués y el italiano, entre otras numerosas lenguas romances, mientras que en francés se adaptó a piscine. La voz latina proviene de piscis ‘pez’, de donde se derivaron también vocablos como pez, pesca, piscifactoría, piscina, pisciforme y Piscis, el signo zodiacal, entre muchos otros.
En la Roma de los césares, la piscina era el lugar para tener peces y para nadar, aunque también se dio ese nombre al lugar para lavar el ganado, que en griego se denominaba προβατικός (probatikós) ‘perteneciente a los corderos o a los rebaños’.
Esta última acepción también llegó al español, al punto de que en textos antiguos es frecuente encontrar la expresión piscina probática, como, por ejemplo, en Gran Conquista de Ultramar (siglo xiii):
[...] estan defuera venia agua por caños so tierra & caya en dos pesqueras muy grandes que estan cerca del templo: & la vna ay esta avn & dizenle probatica piscina en que solian lauar las carnes delos ganados que querian sacrificar & por esso dixeron a aquella pesquera probatica porque probatica tanto [...].
En los monasterios medievales, la piscina era el lugar donde los monjes criaban peces para su alimentación, pero también solían nadar en ella. En el Vocabulario eclesiástico (1499), de Rodrigo Fernández de Santaella, se lee:
Y esta alberca se llamo natatoria por contrario. porque tenia tan poca agua que no era abile a nadar. E piscina tanbien por contrario porque no tenia peces segun algunos.
En algunos países hispanohablantes se suele usar más pileta y alberca que piscina.