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Sobre academias y diccionarios

Sobre academias y diccionarios

Carlos Liscano, del libro Lengua curiosa1

La Real Academia Española se fundó en 1713. Su lema, «Limpia, fija y da esplendor», recuerda la publicidad de un detergente, en opinión del académico Antonio Muñoz Molina. No se llegó con facilidad a aquel octosílabo que sintetizaba el trabajo de realizaría la Corporación. Hubo otras propuestas, veintiséis en total. Una de ellas decía «Con el ocio, lo lucido desluce. Rompe y luce». No parece que las cosas hubieran mejorado de haber optado por este lema.

El emblema de la Academia es de 1714; consiste en un crisol al fuego. Los franceses se burlaron ni bien se hizo conocer la imagen elegida. Explicaron a los españoles que el crisol tiene como función licuar metales, que es todo lo contrario a fijar.

Otro de los emblemas propuestos consistía en una abeja volando sobre un campo con flores y la leyenda «Aprueba y reprueba». Como no podían ser dos, quedó lo otro.

Hasta ese momento, apenas se conocían diccionarios de la lengua castellana. En 1490 Alfonso de Palencia había publicado uno en Sevilla; Antonio de Nebrija (o Lebrija) publicó el suyo en 1492 en Salamanca, del cual salió una segunda edición aumentada veinte años después. En 1611, el licenciado Sebastián de Covarrubias, consultor de la Inquisición, había publicado su Tesoro de la lengua castellana o española.

Por tanto la Academia, la única «real» una vez resueltos los problemas de lema y emblema, se puso a la tarea de publicar un diccionario.En 1726 apareció el tomo I, de la A a la B; el segundo, que comprende la C, es de 1729; el III, de la D a la F, apareció en 1732; el IV, de la G a la N, en 1734; el V, de la O a la R, en 1737; y el VI, de la S a la Z, en 1739. Este diccionario comprende 13.365 voces; la última edición, de 1992, contiene 83.500.
De la décimosexta edición del Diccionario de la Real Academia circularon en su momento, y aún existen, dos versiones diferentes. La primera tiene fecha, 1936, y pertenece al período republicano. La segunda, que no tiene fecha, es, al decir de los entonces académicos, de la etapa de la «España Imperial». En 1936, cuando en España estalló la Guerra, el diccionario, que estaba impreso, fue apenas distribuido. La mayor parte de los ejemplares quedó en los depósitos. Instalado el gobierno de partido único del generalísimo Francisco Franco, los académicos, siempre sensibles a los cambios, decidieron modificar ligeramente el aspecto de la edición no distribuida. Se imprimió un nuevo pliego, y donde decía «MADRID 1936» se puso «MADRID AÑO DE LA VICTORIA». También introdujeron una «Advertencia». Dice, entre otras cosas, lo siguiente:

«La presente edición del Diccionario estaba en vísperas de salir a la venta cuando las hordas revolucionarias, que, al servicio de poderes exóticos, pretendían sumir a España para siempre en la ruina y la abyección, se enfrentaron en julio de 1936 con el glorioso Alzamiento Nacional.
Mientras tanto, la casa editorial que tenía en depósito las publicaciones de la Academia se vio obligada a poner en circulación un corto número de ejemplares del nuevo Diccionario, que, naturalmente, llevan la fecha de 1936, pero, al hacerse cargo hoy la Corporación de los ejemplares restantes, al mismo tiempo que recobra, con íntima satisfacción, el uso de sus emblemas tradicionales y su título varias veces secular de REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, quiere que la 16ª edición de su Diccionario se difunda ya por el mundo con el sello de la nueva España imperial. Por eso se ha cambiado el primer pliego de la obra y se le ha puesto como fecha la del Glorioso Año de la Victoria, 1939».

Hoy la Academia está compuesta por miembros de número, académicos de honor, académicos correspondientes españoles, hispanoamericanos y extranjeros. También hay academias correspondientes en muchos países. La más antigua es la Academia Colombiana, fundada en 1871.


1 Lengua curiosa, Ediciones del Caballo Perdido, Montevideo, 2003.
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