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Pedro Juan Gutiérrez: "Mostrar la realidad"

Pedro Juan Gutiérrez:
"Las palabras deben desnudar la realidad,
no maquillarla"

Por José Luis Guntín

Pedro Juan Gutiérrez es como sus novelas, seco, directo, sin grandes planteamientos teóricos, un sobreviviente más de La Habana. No de la que ven los turistas, sino de un mundo repleto de privaciones, miserias, dramas, en fin, de vida.

Esta es la materia prima sobre la que trabaja este cubano de 53 años, de cabeza rapada, que en los últimos seis o siete años ha irrumpido con una serie de novelas que han impactado en los círculos literarios mundiales. "Trilogía sucia de La Habana", "El animal tropical" y "El Rey de La Habana", sus tres primeros grandes títulos, han revelado a un escritor bien diferente en la literatura latinoamericana contemporánea, con un lenguaje que no persigue preciosismos, que va directo a lo que sucede a su alrededor y lo cuenta tal cual es, sumergido en las miserias.

Pedro Juan estuvo en Río de Janeiro, invitado para un encuentro que trató de las vanguardias literarias en América Latina y ofreció una conferencia en la que se mostró como un autor cuya vida y obra marchan de la mano.

"Un escritor que no se toma en serio, es el mejor posible. Mantiene la llama primigenia. Siempre he ido por la vida dando palos de ciego, siguiendo la máxima: "No compitas, juega". El arte y la literatura no pueden perder lo lúdico".

Gutiérrez se cree parte de las vanguardias latinoamericanas, en tanto ellas se entiendan como transgresoras. No lo atrae la experimentación formal; busca "hacer que las fronteras del silencio se corran un poco". Retratar el mundo perdido de los habaneros más pobres.

"A mí me interesa el superviviente y sus dramas. Ver el mundo desde abajo, desde el barrio. Quiero escribir como pintaba Brueghel, el Viejo. En sus cuadros no aparecen los ricos y poderosos, sino la gente común. Y él vivía como ellos. Gente sucia, desnutrida, borracha y desagradable. Era un hombre culto, pero escondía todo lo que sabía. Pintaba fotografiando lo que veía".

Este cubano contemporáneo rechaza el uso retórico del lenguaje, las palabras que maquillan la realidad, y considera que la literatura hispana muchas veces ha pecado de excesiva retórica. Con esa prosa, él declara tener muy pocos puntos de contacto y se siente más influido por autores norteamericanos como Truman Capote y Ernest Hemingway. Pero hizo una referencia a Lezama Lima, que por oposición lo pinta de cuerpo entero:

"Lezama Lima vivía en pleno barrio Colón, el barrio de las putas en La Habana, en la calle Trocadero. El quería escapar de esa realidad a través de los libros. Comía una pizza o una milanesa en un bar de mala muerte y después iba y se encerraba en su cuarto a escribir de los más suntuosos banquetes romanos. Vivía de traje y con las puertas y ventanas cerradas. Todo lo contrario de la gente que lo rodeaba".

"Yo soy como un vampiro, le chupo la sangre a todos los que me rodean. Lo uso en mis obras. Hacer una novela es igual a hacer una ensalada. Uno toma un poco de aquí, un poco de allá, de la experiencia propia, de la de sus vecinos, y siempre necesita agregarle un poco de salsa, que es la ficción".

Pedro Juan Gutiérrez, no obstante haber manifestado poca afinidad con la literatura latinoamericana que lo precedió, hizo en su charla elogiosas referencias a Cortázar, Sábato, Borges y Arlt. Estos cuatro argentinos parecen escapar al virtuosismo que él rechaza.

“Escribir es correr el riesgo, no ser políticamente correcto. Un escritor lo único que hace es contar una historia, y a partir de ello, cada cual hace su lectura. Hay que huir de ser un autor mediático, aunque las tentaciones sean muchas”.

Pedro Juan sigue viviendo en La Habana, en el mismo barrio, con los mismos vecinos. La fama ser publicado en varios idiomas, no lo ha cambiado. No quiere abandonar su realidad, porque ella es la materia prima de su literatura. Viaja –el gobierno se lo permite a él pero no a su familia– pero siempre vuelve.

En definitiva, sigue viviendo como en sus novelas.