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cometa

Etimología - El origen de la palabra: cometa

¿Qué ocurriría si un enorme cometa fuese atraído por la gravitación terrestre y se precipitase sobre nuestro planeta? La perspectiva le ha parecido temible al hombre desde la más remota Antigüedad, cuando la aparición de un cometa en el cielo traía consigo los más terribles presagios.

En tiempos más cercanos, expresaban un lamento de los cielos, como vemos en Shakespeare, quien en su obra Julio César pone en boca de Calpurnia la afirmación de que «cuando muere un mendigo, no se ven cometas / pero los cielos se inflaman ante la muerte de los príncipes». Shakespeare se basó en un dato histórico: poco después de la muerte de Julio César apareció en el cielo un cometa, lo que le permitió a Octavio decir que era el alma del difunto emperador que venía a darle apoyo... y se quedó con el poder.

Si un cometa cayera un día sobre la Tierra, probablemente no causaría grandes efectos; la materia de que están hechos es relativamente escasa; son nubes de polvo y de gas que, invisibles, recorren el espacio en órbitas muy excéntricas, con períodos orbitales que, en algunos casos, llegan a cientos y hasta miles de años. Cuando se acercan al Sol, se tornan visibles al quedar iluminados en la oscuridad del cielo, y, además, sus gases se excitan con la luz y brillan por fluorescencia.

Por su forma de cabellera, los griegos los llamaron kometés, de komé ‘cabellera’ (este nombre se registra por primera vez en los escritos de Aristóteles [384-322 antes de nuestra era]), y los romanos, cometa. Uno de los más famosos y visibles es, sin duda, el Halley, cuyo período de traslación es de 76 años. Sin embargo, en su última aparición en 1986, decepcionó a los observadores por su escaso brillo, que no se asemejó al de las descripciones de sus pasajes anteriores.


Estos textos ha sido extraídos de los libros de Ricardo Soca La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras.

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