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Once cosas que los autores noveles no saben

Marian Ruiz *

Hay cosas que un autor novel ignora y lo raro sería lo contrario. La buena noticia es que, a medida que persevera, va profesionalizándose y dominando cada paso de la caligrafía literaria. De manera que escribo para ti que no eres un caso perdido y que aún esperas una boya a la que asirte… de momento. Porque sé de tus ansias, de que te asalta una especie de locura de lobo literario por emprender la travesía.

Primera de las 11 cosas que ignora el escritor novel: Escribir no es fácil

Hoy día escribe todo el mundo y todo el mundo publica… como sea. Esto, que no es malo en sí, se vuelve sospechoso cuando lo que subyace es una especie de codicia que invita a saltarse capítulos.

Admiro a cualquiera que tiene la santa determinación de sentar su culo durante horas, días, meses e incluso años para escribir una novela. Lo que ya no encuentro tan admirable es despreciar el posparto, el esfuerzo que se precisa para acometer el oficio del después. Eso que llaman puerperio alejado.

Hay quien sostiene que escribe como habla. Quizá se refiere a que se entrega a una especie de escritura automática, sin filtros.

No es objetivamente malo; no lo es a condición de que uno vuelva dos, tres, cuatro veces sobre ello cuando ya puso punto final. Porque cuando uno habla no hace literatura pero, cuando escribe, celebraríamos que lo hiciera.

Contar una historia es lo único que importa. Hacerlo. Atreverse a escribir metiendo el punzón en el propio abismo. Pero…

¿Escribir sobre cómo achican la vida los complejos?

¿Escribir sobre los porqués menudos de una relación fallida? (Sin violaciones ni cuernos ni grandes desacuerdos… ¿Qué fue lo que no funcionó?).

¿Hacerlo sobre desavenencias familiares cuando el padre está aún de cuerpo presente?

¿Echarse para atrás cuando se trata de temas que lo alejan a uno de sí mismo?

¿Ahondar en lo que duele y de veras vale la pena?

No; escribir no es fácil. Y retomo el hilo más adelante.

Tampoco es fácil cuando creas desde la nada personajes y tramas y mundos que nada tienen que ver contigo o muy poco. Adentrarse en cómo sienten otros, cómo reaccionan sin que se te parezcan… Construir mundos ficticios. Cuadrar lo que ha de pasar ahí. También todo eso tiene tela marinera.

Segunda de las 11 cosas que ignora el escritor novel: corregir es menos fácil aún

Mauro, sostienes que volver sobre lo escrito es tedioso; que te has leído tantas veces tu novela y le has dado tantas vueltas que ya no ves los errores.

¿Cómo lees, Mauro, desde dónde? ¿Has tomado suficiente distancia con ella? ¿Has corregido fondo o solo forma… o viceversa? ¿Cómo has abordado la relectura? ¿Sabes decir sin titubear cuál es el tema? ¿Y el argumento? ¿Y el mundo interno de cada personaje? ¿Sabrías escribir una precuela de cada uno de ellos, siquiera de los más relevantes?

¿Sabes en qué defectos de forma incurrías en un principio que ya has superado?

No es posible vigilar fondo y forma a un tiempo. En una de las dos áreas habrá agujeros. Y puede que tu novela sea larga (como aquella, ¿recuerdas?). Darle la vuelta a un tocho de seiscientas páginas requiere ponerse unos palitos de regaliz, unas gotitas de perfume y, como música de fondo, unos cuencos tibetanos.

Y no es sencillo desapegarse de algo en lo que se ha invertido años. Además, durante ese tiempo, has seguido leyendo y observando, de manera que también has madurado. Es fácil que haya incongruencias en el estilo entre las páginas del principio y las del final.

Mauro querido, si ya le has dado ese par de vueltas ineludibles, es hora de pasársela a los lectores cero. Cuando regrese a ti, aplícale la tercera vuelta.

Será ent11s momento del corrector profesional; momento en que tendrás que decidir si te corrijo solo forma o fondo y forma.

Tercera de las 11 cosas que ignora el escritor novel: Ayudarse del diccionario es fantástico, pero a su debido tiempo

Me explico: cuando escribas, ten cerca un diccionario analógico, físico, o un diccionario en línea. Tenlo a mano. No lo utilices mientras escribes, no sea que se te vuele lo que querías contar. Pero no dejes de hacerlo cuando revises.

Según qué escribas, quizá no te valga solo con un diccionario convencional, sino con diccionarios más específicos. Me refiero a los que contienen términos denotativos, enfocados de forma específica en el lenguaje.

Todo dependerá de tu nivel de exigencia, por un lado, y de tu interés por conocer más y mejor los entresijos de la lengua.

Hay un diccionario muy interesante desde mi punto de vista que se llama Diccionario de ideas afines, de Fernando Corripio.

¿Por qué lo encuentro interesante? Te habrá pasado alguna vez: necesitas un término dentro de una familia determinada. A veces, lo conoces; otras, no sabes que existe o sabes que existe, pero desconoces su nombre. ¿Cómo buscarás un término que desconoces y que necesitas?

Ejemplo: la entrada barco en el Diccionario de las ideas afines  contiene hasta veintitrés secciones.

Pongamos por caso que buscas un determinado tipo de embarcación. No es una fragata ni una lancha de recreo, pero sabes que pertenece a la familia de los barcos.

Y hasta llegar ahí, pasamos por barcos de vela, barcos mercantes, barcos de pesca, embarcaciones menores y varias, barcos de guerra… E incluye partes del barco, medidas, puente de mandos, cuarto de máquinas, bodegas, etc., etc., y maniobras de navegación.

Y ya, después, podrás mirar la acepción en el DRAE y ver fotografías en Google y asegurarte de que empleas el término adecuado.

4.ª de las 11 cosas que ignora el escritor novel: Taponar el agujero por donde la novela pierde aceite.

Tienes que presentar una novela de la que sientas orgullo. La mejor posible. No tengas pereza de verificar si el tema se desarrolla conforme a lo previsto; si las tramas lo sostienen; si los personajes están a la altura o si alguno no pasa de ser un mero títere.

Hay cosas que ocurren en la realidad y no por eso se transforman en literarias. Y hay personajes inspirados en personas que son planas de principio a fin. Personas que, a pesar de que se les muevan los cimientos, siguen arrojando un encefalograma plano. Cuida que no se te carguen la historia los personajes inspirados en ellas.

Que tomes prestada la realidad para construir una novela no te libra ni te excusa de utilizarla con ambición literaria.

Quinta de las 11 cosas que ignora el escritor novel: alcanzar un estilo literario es harina de otro costal

Querido Mauro, permite que te diga algo: alcanzas un estilo cuando el resto de caminos que has explorado se te agotaron. Cuando ya te deshiciste de los ruidos, de las palabras de más, de los verbos prescindibles, de ciertas repeticiones innecesarias. En ese instante (es un modo de hablar) en que las distintas lecturas que has ido haciendo a lo largo y ancho de tu vida se van sedimentando.

No pases por una corrección profesional sin aprender, Mauro, por lo que más quieras.

Lo alcanzas cuando ya revisaste los gerundios que solo añaden pompa innecesaria, aunque sean correctos. Añadiré que, a veces, también lo correcto se pelea por estar ahí cuando no lo necesitas. Mejor dicho: cuando el texto no lo necesita. Ya hemos hablado de esto. Recuerda que probaste a quitar y no se movió cimiento alguno.

Y vas dominando la estructura cuando no permites que lo correcto, por el mero hecho de serlo, invada tu texto. Te confieso que adoro la hiedra, pero podría impedirme ver el ladrillo caravista, las ventanas y, si me apuras, hasta la puerta de entrada.

Cada vez lo pones todo en cuarentena sin que te acometa flojera alguna; al contrario, dispuesto a «dar cera, pulir cera».

Por descontado que has repasado los sinónimos; eso ni tengo que recordártelo, que menuda racha hemos pasado. Ahora sí: me consta que te has asegurado de que los términos escogidos juegan un juego digno en cada escena y contexto.

Sexta de las 11 cosas que ignora el escritor novel: solo con escribir no basta

Este punto tiene relación con el del principio y tiene una explicación: sabrás (y, si no, ya te lo estoy diciendo) que el SEO es un contable fino y me penaliza si pongo más de 250 palabras bajo cada título. Es decir: me obliga a estructurar la información; y dice que lo hace por ti, por tu bien, para que leas con mayor confort.

Pues mira tú por dónde: deberías tomar nota y tratar con igual mimo a tu lector. Eso, en lo tocante a ofrecer la mejor obra posible.

Aparte: los mensajes en una botella echada al mar son cosa del pasado. El escritor de hoy se parece más a un director de orquesta. O de cine. Y eso significa que tendrá que hacer más cosas que mero escribir (como si fuera poco).

Caso de que optes por una editorial tradicional, tendrás que ofrecer no solo la mejor obra posible, sino hacer una presentación en condiciones con una propuesta editorial.

Si optas por la autopublicación…, también. Lo de «la mejor obra posible» no se discute. En ambos casos, se trata de seducir.

Así es, querido Mauro: de eso se trata.

Séptima de las 11 cosas que ignora el escritor novel: adaptarse a la sintaxis.

Lo contrario, que la sintaxis se adapte a uno, es más difícil. Por el camino, en ese intento vano de ser original, puedes acabar en una zanja y con un esguince bárbaro. Y no solo tú: tu sufrido lector, con otro.

Ya lo hemos dicho: escribir no es fácil y, puesto que no lo es, hay quien confunde excentricidad con genialidad. Quien cree ser libre al someter tanto la puntuación como la gramática a su antojo. Quien prefiere las palabras largas y las frases interminables a las formas ajustadas y concisas; a todo lo que suene a naturalidad.

Imagina que tuvieras que sentarte en una de esas sillas. Podrías, sin duda, pero me juego mi disco duro a que no gozarías de excesivo confort.

Vale que escribir no es hablar y que eso también lo hemos dicho ya, pero ¿tú hablas enredado? Ent11s, ¿por qué te enredas cuando escribes?

Escribe claro. Es lo menos que puedo pedirte, Mauro. Sé intenso, sé bello, pero, antes que nada, sé claro.

Octava de las 11 cosas que ignora el escritor novel: reescribir no es corregir

A veces llegan manuscritos en los que falla todo. Falla la sintaxis, la gramática, la semántica; vienen llenos de ripios, muletillas y tópicos, de personajes planos e intercambiables. Se frustra la forma, pero es que ya viene frustrado el fondo.

En esos casos no es posible corregir.

Puede ocurrir que el autor se empeñe en que quiere sacar la cosa adelante; que se haga cargo de las advertencias de la correctora y que, aun así, persista en ir adelante.

Se impone un trabajo arduo que consistirá en evaluar valores y defectos; dar consistencia a los personajes; consolidar trama, subtramas y siembras; verificar hasta qué punto el tema se sostiene por el camino… o ponerse con los remiendos.

Y se impone escribir de nuevo, cuidar la forma en que se elabora la historia. De ahí resulta un primer borrador. Después tocará tomar distancia y corregir. Mauro querido, como ves, no es sencillo ni se hace en un pispás.

Novena de las 11 cosas que ignora el escritor novel: Editar no es corregir… o sí

De entrada, corregir involucra dos aspectos que debemos separar: fondo y forma. Y editar, dependiendo quién lo maneje, remite a tareas distintas.

Está, por un lado, el profesional que se encarga de seleccionar manuscritos para su publicación, dentro de un catálogo propio. Este es el editor situado al frente de una editorial, el empresario encargado de viabilizar los proyectos en sentido amplio (publisher, en inglés).

Y está ese otro profesional que se llama editor de contenido o editor de mesa, que trabajará con las tripas de tu manuscrito. ¿Un corrector es un editor? No necesariamente.

Un corrector se ocupa de revisar gramática, sintaxis, ortografía, ortotipo, semántica, estilo. ¿Revisará el fondo, esto es, la congruencia entre los elementos propiamente literarios? Dependerá de lo que acuerdes con él, pero grábate esto: se trata de dos correcciones distintas, como te he dicho ahí arriba. Y si, de una, pretende hacer dos, no hará bien ninguna.

En el caso de que corrija fondo y forma, se trata de un corrector-editor; es decir, trabajará el texto en profundidad.

Ojo, pero dale materia prima en condiciones. O vuelve a leer ese apartado anterior que habla de reescribir.

Mauro de mis entretelas, asegúrate de que tu historia es consistente; de que los personajes también lo son (sería bueno que los conocieras como padre-madre que eres, aunque des más o menos pinceladas de ellos a lo largo de la novela), de que el argumento tiene enjundia.

Y ten en cuenta la máxima literaria: «Muestra, no expliques».

Décima de las 11 cosas que ignora el escritor novel: publicar es otra aventura

Asegúrate de que tu historia es consistente, primero, para tu propio orgullo de haber buscado la excelencia, Mauro; después, para ofrecer a tu lector el mejor resultado posible. Porque, querías publicar, ¿no?

Esto es así de crudo: nada te garantiza que una editorial tradicional vaya a fijarse en ti; ni siquiera el hecho de que tengas un producto irreprochable será garantía.

Eso sí: no se fijará ni de coña si no has cuidado tu manuscrito al máximo.

¿Ventaja si se fija y te escoge? La distribución, sobre todo, si se trata de una editorial grande. Verás tu libro en las librerías importantes y en los centros comerciales. Te organizarán presentaciones, firmas…

Pero si tienes un producto excelente, lo has enviado a treinta editoriales y sufres eso que se llama rechazo editorial, no desesperes: puedes optar por la autopublicación, que va teniendo más adeptos cada vez. Tiene sus propias exigencias, pero te da muchísima libertad. Eso sí: aprende a hacerlo bien, que esto es como ser batería en una orquesta. Te tocará coordinar todos los aspectos y contactar con cada profesional que interviene en el desafío de que un libro vea la luz.

En ambos casos, editorial tradicional o autopublicación, cuida lo que ofreces: la reputación se pierde en menos que canta un gallo y luego… a ver cómo haces para encontrarla. Es más fácil lo del pajar y la aguja.

Undécima de las 11 cosas que ignora el escritor novel: enmendar errores tras haber publicado es posible

La undécima de esta modesta lista de cosas que ignora el escritor novel es la siguiente: si has publicado con editorial y has bendecido las galeradas (las pruebas de impresión previas la versión definitiva), tendrás que esperar a una segunda edición si hubiera algo enmendable. El OK a las galeradas va a misa.

Ahora bien, si has optado por la autopublicación, ¡eureka! Amazon permite actualizar detalles tras haber publicado.

Mauro, créeme, un compañero tuyo lo ha hecho y ya tiene una mejor versión. Las prisas le jugaron una mala pasada y subió un libro sin haberlo bendecido la corrección profesional. Cuando empezaron a llegarle comentarios de los lectores, se tiró de los pelos.Así fue como nos conocimos y es que… no hay mal que por bien no venga, querido Mauro, favorito mío. Y la buena noticia es que tenemos todo un año por delante para enmendar errores, meteduras de pata, deslices, apagones, noches sin luna, desconsuelos… ¡A por él! A por todas esas palabras que hacen del mundo un lugar más bello, habitable y sugerente.

Con amor,

Tu correctora

 * Marian Ruiz es es escritora, redactora, correctora y responsable de su blog sobre corrección de textos.