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Un vocablo con amplio campo semántico

Campo de golf / Foto: Club de Golf de Montevideo

Nené Ramalho

La palabra campo la incorporamos a nuestro vocabulario a temprana edad; si buscamos su etimología, nos remontamos al latín, pues ya existía en ese idioma con el valor de “terreno llano” o “campo de batalla”.

La primera acepción que nos brinda el diccionario académico es, evidentemente, la que opone campo a ciudad, pues nos dice “terreno extenso fuera de poblado”: “Siempre, para una vida tranquila, ha preferido permanecer en el campo”. Vinculada a ella, la segunda acepción equipara el campo a la tierra laborable: “¡Qué bueno, ha llovido bastante y eso beneficia al campo!”; usado en plural, el término es sinónimo de “sembrados, árboles y demás cultivos”: “El cuidado de los campos está en manos de Ignacio”.

Otras veces, campo puede ser el sitio que se elegía para algún desafío, tal como lo dijimos en la etimología: “Es un lugar histórico porque era el campo de batalla de los nuestros y de los invasores”. Pero, además, se le da este nombre al terreno de juego, localidades e instalaciones donde se practican o contemplan ciertos deportes: “Puso a sus mejores jugadores en el campo”. No lo debemos confundir con campus, ya que este vocablo se reserva, por influencia del inglés, para el conjunto de terrenos y edificios pertenecientes a una universidad.

Existen, además, otros valores para campo, tal como el que lo equipara al ámbito real o imaginario propio de una actividad o de un conocimiento: “Esos términos que usó pertenecen al campo de su profesión”. Por otro lado, en la esfera de la plástica y de lo pictórico, se le llama campo a la parte lisa o de un solo color, en telas, tablas o papeles que tienen labores o dibujos: “Quizás pueda insertar esa imagen en el campo de color verde”. Otro tanto sucede en el grabado y las pinturas, en que el campo es aquel espacio sin figuras: “Todavía queda espacio en el campo para que agregue el logo de la institución”.

Para la informática, el campo es, en el registro de una base de datos, el espacio que se reserva para almacenar un determinado tipo de información: “A fin de lograr seguridad, guarde esos datos en el campo correspondiente”. Para la óptica, la expresión que se usa es ‘campo visual’, entendido como el “espacio que abarca la vista manteniendo la mirada fija”: “El oculista deseaba conocer los límites de mi campo visual”.

¿Y qué valor posee usar la forma ‘campo de Agramante’? Se utiliza para nombrar un lugar en que hay mucha confusión, de modo que nadie se entiende: “Allí se hacía imposible el diálogo pues era un campo de Agramante”. En cambio, los ‘Campos Elíseos o Campos Elisios’ constituyen una manera de designar un lugar delicioso; según los gentiles, allí iban a parar las almas de los virtuosos y de los héroes.

Tristes resultan las imágenes que nos evocan las expresiones ‘campo de concentración’ y ‘campo de exterminio”: la primera es un recinto cercado para reclusos, especialmente presos políticos y prisioneros de guerra: “Allí estaban hacinados como en un verdadero campo de concentración”. La segunda expresión designa un tipo de campo de concentración en que son aniquilados los prisioneros.

Existen dos locuciones, aparentemente equivalentes, que nombran realidades distintas: ‘a campo abierto’ y ‘a campo raso’. Con la primera, se nombra un lugar de duelo entre caballeros, sin valla alguna de por medio, hasta rendir el vencedor al vencido: “La lucha se verificó a campo abierto”. Por su parte, ‘a campo raso’ significa “a la intemperie”: “Tomaron mucho frío porque el acto tuvo lugar a campo raso”.

¿Qué tarea realizan las fuerzas de seguridad cuando ‘baten el campo’? En el vocabulario militar, significa que realizan esas fuerzas el reconocimiento del terreno: “Los soldados y parte del personal policial salieron a batir el campo en busca de los prófugos”. Relacionada con ella, se da otra locución, con variantes: ‘a campo traviesa’ posee carácter adverbial y puede también ser ‘a campo través’ y ‘a campo travieso’: “Escaparon a campo traviesa”.

Es una expresión coloquial escuchada a menudo la que dice que alguien ‘compra el campo’: ¿cuál es su valor? Se trata de una locución verbal que, según el diccionario académico, significa “caerse o golpearse con cierta violencia sin daño o con daño leve”: “Venía lentamente caminando y, sin querer, ¡compré el campo!”.

En el área de la investigación, se usa con carácter de locución adjetiva, la forma ‘de campo’; ella significa que el trabajo que efectúa el investigador se realiza mediante su desplazamiento al medio donde se produce el fenómeno estudiado: “Todos los ayudantes de investigación se encuentran realizando trabajo de campo en esa área sureña”.

Cuando se afirma que se "dejó el campo abierto" a otra persona querremos significar que los competidores se retiraron y que ya no tendrá obstáculos. Y, en cambio, 'entrar en campo con alguien' es pelear con esa persona, en un desafío. Puede también decirse que se 'saca a alguien a/al campo': "Vamos, que sea valiente y se anime a sacarlo al campo".

 

El fracaso de alguien se puede indicar usando la locución 'quedar al campo', que señala que no se alcanza el éxito esperado: “Le fue pésimo en su emprendimiento y el pobre quedó al campo”. En Cuba, la misma expresión se utiliza para señalar el término de la vida.

 

Nos quedamos pensando en la locución 'hacer el campo orégano', atribuido al quehacer de una persona: su equivalencia, en lenguaje denotativo, es "se le facilitaron las cosas para una determinada tarea". La explicación radica en que el campo florecido de orégano tiene un aspecto liso, suave y hermoso. Así lo evidencia la etimología griega ὀρίγανον; este sustantivo significaba "alegría de las montañas", pues "oros-" indicaba la montaña, en tanto que "-ganos" equivalía a 'alegría, brillo'.

 

Finalmente, si vemos qué familia de adjetivos se ha formado a partir de 'campo', nos encontramos con 'campesino' (que vive y trabaja en el campo o que es relativo a él); 'campestre' (que puede referirse a las reuniones, fiestas, comidas); 'campirano' (usado sobre todo en México para las faenas del campo) y 'campuruso' (que tiene carácter despectivo, en lugar de 'campesino').

Pero hay otras palabras que se refieren al campo'; en efecto, ya desde el latín nos encontrábamos con "ager" y con "rus". El primero nos dio en español 'agro', que es la tierra de labranza, y que traerá el adjetivo 'agrario', además de toda la familia de 'agricultura' y 'agrícola'. Además, aparece el adjetivo 'agreste', no solo como sinónimo de 'campesino', sino como "abrupto, áspero, lleno de maleza". Por su lado, "rus, ruris" engendró 'rural', que se aplicará a lo perteneciente a la vida del campo, a sus labores y a sus habitantes; y 'rústico', que nosotros usamos como sinónimo de "tosco", como lo que es poco trabajado y sin pulimentar, pero que, en realidad, involucra lo perteneciente y relativo al campo.