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Idioma español: ¿qué es la ortología y por qué no se le da tanta importancia como a la ortografía?

01/09/2020
Analía Llorente

¿Por qué tengo que escribir la si no la pronuncio?

Todos sabemos que para escribir bien en español necesitamos de la ortografía, ese conjunto de reglas del idioma escrito que muchas veces de niños ‒y hasta de adultos‒ nos han traído dolores de cabeza, pero que nos ayuda a entendernos y tener estándares al escribir.

Sabemos que después de la letra m siempre va una b como en la palabra cambio y que luego de la n, se necesita una v, como en invierno.

Pero existe otra parte de la gramática y fonética de la lengua española no menos importante pero sí menos conocida: la ortología. ¿De qué se trata y por qué suele tener menos visibilidad que la ortografía?

Ortología vs. ortografía

El diccionario de la Academia española define a la ortología como la rama de la fonética que establece las normas convencionales de pronunciación de una lengua. “La ortología es lo que a la lengua hablada, lo que sería la ortografía a la lengua escrita”, le explica a BBC Mundo María José Rincón, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua.

“La ortología sería como un tratado en el que se indica cuál es la pronunciación correcta o la forma de emitir correctamente los sonidos de una lengua”, añade la filóloga. La relación entre las letras escritas y sus sonidos es muy cercana en el idioma español.

“Las reglas de pronunciación de las palabras se unieron de forma rigurosa con la ortografía hace siglos, entonces en el español hay una estrecha correspondencia entre el fonema, que es el sonido y el grafema, que es la letra”, dice por su parte, el profesor universitario, fonetista y lingüista chileno Eduardo A. Roldán.

“La omisión de un fonema puede oscurecer la expresión oral y echar a perder el pensamiento que el hablante desea comunicar. Ahí está la importancia de la ortología”, le dice Roldán a BBC Mundo.

A diferencia del inglés, por ejemplo, en el idioma español hay pocos casos de no correspondencia entre el sonido y la letra. El ejemplo más común es la h. Sin embargo, ella no siempre fue muda.

“La h en un determinado momento sí tenía su sonido en español. Era una aspiración. Pero eso que estaba de moda durante el Renacimiento, dejó de estarlo. Esa h perdió valor y se quedó como un fósil ortográfico”, explica Rincón. “‘Estoy harto’, pronunciando la h casi como una j no se considera de nivel culto, es un vulgarismo, un ruralismo, una manera de pronunciar coloquial”, agrega.

A diferencia del inglés, por ejemplo, en el idioma español hay pocos casos de no correspondencia entre el sonido y la letra. El ejemplo más común es el de la h, que no siempre fue muda.

“La h en un determinado momento sí tenía su sonido en español. Era una aspiración. Pero eso que estaba de moda durante el Renacimiento, dejó de estarlo. Esa h perdió valor y se quedó como un fósil ortográfico”, detalla Rincón.

“‘Estoy harto’, pronunciando la h casi como una j no se considera de nivel culto, es un vulgarismo, un ruralismo, una manera de pronunciar coloquial”, agrega.

Otro ejemplo común de falta ortológica es la pronunciación de la r.

“En el inicio de las palabras como rosa o ratón se pronuncia una r vibrante múltiple. Y hay personas que la hacen vibrante simple”, agrega la filóloga, que explica que eso es común en los niños pequeños.

Otro caso de falta ortológica es la omisión en los finales de las palabras.

“Estoy cansao”, en vez de “estoy cansado”, o “me duele un deo” en cambio de “me duele un dedo”. O la omisión al comienzo de una palabra: “Ta luego”, en vez de “hasta luego”.

Según explica el profesor Roldán en su ensayo “Sobre la ortología” de 2002, “se encuentran incorrecciones en la articulación de los fonemas vocálicos y consonánticos, como por ejemplo caa (por cada), toavía (en vez de todavía), en la retracción del fonema /b/ con resultado en el fonema /g/, como por ejemplo güeno (en vez de bueno)”.

También existen incorrecciones acentuales como en /nécesario/, /ojála/ y faltas en el ritmo y en la entonación, sin respetar el sentido y pausas significativas.