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“Habla bien quien se maneja con riqueza de palabras, no está ligado a ningún tipo de pronunciación”

02/03/2021
Andrés G. Latorre

Catedrática y divulgadora Lola Pons. Foto: Vanessa Gómez

Cuando se piensa en divulgación de la lengua española y en conocimiento sobre las particularidades y riquezas de las hablas andaluzas, uno de los primeros nombres que vienen a la mente es el de la catedrática de Lengua Española de la Universidad de Sevilla Lola Pons. Autora de libros como ‘Una lengua muy muy larga. Cien historias curiosas sobre el español’ o ‘El árbol de la lengua’, destaca la repercusión que tendría en Cádiz la celebración del congreso, pero avisa de que conseguir la designación necesita de mucho más que voluntad, como «infraestructuras, respuesta económica y respaldo institucional diverso, también regional y nacional».

Como historiadora de la lengua, catedrática y andaluza, ¿qué le parece la candidatura de Cádiz para acoger el Congreso?

Ser sede de un congreso de esta envergadura no es nada menor y se necesita mucho además de la voluntad: infraestructura, respuesta económica y respaldo institucional diverso, también regional y nacional. He sabido hace unos días de la noticia de la candidatura y como andaluza, claro que sí, me parece una feliz idea. La repercusión en la ciudad, y espero que más allá de la propia ciudad, es de una gran dimensión. Los congresos de este tipo atraen a escritores, periodistas, agentes culturales, editores... que pueden funcionar a su discreción como ulteriores propagandistas de las bondades culturales o paisajísticas de Andalucía.

Hay quien se sorprende de que sea una ciudad andaluza la que se postule como sede del Congreso, ¿sigue existiendo un complejo de lo andaluz como sinónimo de mal castellano?

Más que complejo, veo desconocimiento, no solo por el desprecio que pueda haber hacia el español de Andalucía sino hacia la propia consistencia de la variedad como parte fundamental de todas las lenguas del mundo. Quien desprecie la legítima candidatura de Cádiz arguyendo tal idea no muestra otra cosa que ignorancia.

¿Hasta qué punto ha sido importante para el castellano que conocemos hoy en día la función de Cádiz como puente con América?

 Tengamos en cuenta que el mayor número de hablantes de español está en América, no en España, y no solo en la América tradicionalmente ligada por historia a España sino también en Estados Unidos, escenario muy prometedor para el futuro del español. El español se expande por América a través del contacto periódico de los galeones que salían de puertos andaluces que paraban en Canarias antes de llegar a América.

¿Es exagerada la afirmación de que lo que se habla en América no es castellano sino andaluz?

Sí, es exagerada o cuanto menos matizable, porque el español de América no es solo el del XVI, mayoritariamente llevado por mujeres y hombres extremeños, andaluces o canarios, sino también el español que se configura en los siglos posteriores, con los italianos y gallegos que migran a Argentina, con los canarios de territorios hoy estadounidenses... Hubo también en el propio XVI mucho manchego, mucho catalán y mucho vasco en la empresa americana. Ahora bien, es innegable que hay zonas americanas más ‘andaluzadas’ que otras. El Caribe sí habla una variedad de impronta andaluza.

Otro de los aspectos que se está reivindicando es el uso artístico de la palabra con las manifestaciones más evidentes del flamenco y del Carnaval. ¿Pueden considerarse una riqueza cuando son expresiones en donde se usan vulgarismos, arcaísmos e, incluso, barbarismos?

Me gustaría conocer mejor la candidatura a través de las instituciones que la están promoviendo, no solo por lo que me llega de redes sociales. Desde luego, la creación artística, el juego de decir sin decir que percibo en las letras carnavalescas es un apreciable signo de inteligente manejo del lenguaje. No sé hasta qué punto puedan darse esos fenómenos de vulgarismo que usted menciona; en el lenguaje de la espontaneidad y del ámbito informal todas las variedades contienen usos menos prestigiados. Con todo, creo que hay también elementos idiosincrásicos de la historia lingüística de Cádiz que podrían tener peso en la presentación de una candidatura de este tipo: la cuna del primer parlamentarismo, por tanto, haber sido suelo para el primer lenguaje político, su carácter de frontera o la trayectoria de estudiosos como Benot no deberían estar fuera de esa reivindicación.

En Cádiz se dan la mano el seseo, el ceceo y, en algunos casos, el jejeo con una consideración distinta para cada una de ellas. Por otro lado, hay miradas de condescendencia con el acento de la Andalucía oriental. ¿Existe un cierto clasismo dentro de las propias hablas andaluzas?

Si hay condescedencia o clasismo me parece propio de personas sin cultura lingüística: hablar bien no está ligado a ningún tipo de pronunciación concreta; habla bien quien se maneja con riqueza de palabras, construye con coherencia las frases, usa una estructura sintáctica sólida y adapta su discurso al dominio en que se encuentra.

Usted lleva años haciendo divulgación sobre el idioma, sus curiosidades, su naturaleza. En twitter, se ven a diario discusiones sobre el correcto uso del lenguaje. ¿Está de moda esa apuesta por recuperar el buen uso del castellano?

Agradezco su pregunta porque yo empecé a hablar de lengua en prensa, en libros de divulgación, en radios y tele en 2016, cuando apareció mi libro Una lengua muy muy larga y yo misma, que me dedico profesionalmente a enseñar e investigar sobre lengua, me sorprendí del interés que despertó. En 2020 publiqué El árbol de la lengua y en esos cuatro años he visto que ha crecido la demanda social y mediática a este respecto. Y me parece bien, porque hay que tener cultura lingüística, porque si sabemos sobre historia del arte o de la ciencia, tenemos que saber también sobre historia de la lengua. Nos identificamos, nos llenamos de marcas (de adscripción a un lugar, a una profesión, a una edad) cuando hablamos; es normal que alguna vez nos hayamos preguntado por ello.