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Lola Pons: “Utilizamos mucho vocabulario militar sin darnos cuenta”

Lola Pons, con un ejemplar de uno de sus últimos libros: “El árbol de la lengua” / Arpa Editores

Javier Ricou Lleida

Este artículo quiere ser un misil. Si cae en campo abierto correrá como un reguero de pólvora y nadie se pasará al enemigo. Solo así se podrá cantar victoria. Aunque algunos igual ni se enteran porque este parte les sorprenderá en la retaguardia. Son los que ya han levantado velas, están en retirada o abandonado la trinchera para irse a los campos de invierno. En esos flancos todo es pólvora mojada.

“Del cine hemos robado ‘eres una estrella’; de los toros, ‘es un primer espada’” Los que siguen al pie del cañón, en la brecha y con la mirada puesta al frente sí recibirán las últimas novedades. Ellos siempre están a pecho descubierto y con pie firme. No dudan en ponerse a tiro y, si hay que entrar a saco, lo hacen.

“Las palabras bélicas, usadas con la covid y ahora con la guerra, llegaron para quedarse”

Si ese batallón no levanta el campo, ni sale en desbandada y rompe una lanza en favor de este artículo (a prueba de bombas y escrito sin el pie cambiado) la guerra está ganada. Y ahora, toque de corneta: ¡Todos a sus puestos, en estado de revista! Lola Pons, historiadora de la lengua, catedrática de la Universidad de Sevilla, autora­ del libro El árbol de la lengua (Arpa editores) e inspiradora del anterior texto, da un paso al frente.

Con la covid hubo críticas a los políticos por referirse a la pandemia con términos militares; lo que ahora no ocurre al estar justificado ese vocabulario por la guerra de Ucrania. Pero el lenguaje bélico está muy presente en nuestras conversaciones diarias. ¿Somos conscientes de ello o el tema nos pilla con la guardia baja?

Estamos con la guardia baja, sí. Ahora escuchamos y leemos muchos términos bélicos. Que eso llame la atención sorprende, pues en nuestras conversaciones diarias utilizamos mucho vocabulario militar. Está tan asumido que lo hacemos sin darnos ni cuenta. Ese lenguaje, si lo comparamos con terminologías acotadas a otros colectivos, es el más generalizado en nuestras charlas.

¿Y por qué tanto bombardeo de términos bélicos?

Hasta el siglo XIX la mayoría de la población, con independencia de sus profesiones u origen, tenía relación con el mundo militar. Primero por las diferentes guerras y más recientemente por la mili obligatoria para los hombres. Así que ese vocabulario se ha propagado desde abajo hacia arriba. Yo, por ejemplo, uso términos bélicos y no he estado en ninguna guerra ni hecho el servicio militar.

¿Y ese trasvase de palabras de arriba a abajo no se da también con términos exclusivos de otros universos o colectivos, que después se generalizan?

No con tanta intensidad y variedad de palabras como con el lenguaje militar. Pero sí hay ejemplos. “Echar balones fuera” es una frase tomada al mundo del deporte. También de la tauromaquia: “Es un primer espada”. O el “eres una estrella”, robada al cine.

Y con la pandemia. ¿Vamos a adoptar en nuestro vocabulario alguna palabra de esta larga batalla contra el virus de la covid?

Hay que esperar, pero el término “confinado” tiene muchos números de ser usado. Podría ser al pedir a los niños de una clase que no salgan del aula o anunciar que el próximo fin de semana nos quedamos en casa. Igual que cuando decimos que nos ‘retiramos a los cuarteles de invierno’ para comunicar que nos vamos a un lugar a disfrutar de paz y tranquilidad. Esta frase se usaba cuando las guerras, que solían durar de primavera a otoño, se daban un descanso en los días más fríos del año.

¿Usamos muchos términos bélicos sin ser conscientes de que esas palabras tienen un origen militar­?

Muchos. “Entrar a saco” es una frase muy usada y que viene de los saqueos de los militares cuando ganaban una guerra. O “batalla campal”, una lucha cuerpo a cuerpo y en campo abierto, que ahora usamos al referirnos a una pelea multitudinaria en la calle. “Desbandada” es otra palabra militar de uso ahora muy frecuente. O decir que un tema ha cogido a alguien “con el pie cambiado”, frase que los que han hecho la mili saben que viene de no seguir bien la marcha en un desfile. “Estar en la brecha” implicaba en la batalla montar guardia en una zona vulnerable a un asalto al haberse abierto ahí un agujero. Ahora utilizamos esa frase para comunicar que estamos muy atentos a algo.

Augura que con la guerra de Ucrania vamos a añadir nuevos términos a este vocabulario bélico tan rico?

Es todavía muy pronto, pero muchas de las palabras que escuchamos ahora, ya las usábamos. La guerra de Vietnam sí que aportó una nueva palabra: “santuario”, que hacia referencia a un refugio y ahora nombramos para dar a entender otra cosa, a veces con connotaciones más negativas: “Los narcos tenían su propio santuario”, por ejemplo.

(...)

Y ahora sí: “Desbandada y rompan filas”. Que esto no es una “emboscada”, ni hay ánimo de “batirse” (término de los manuales militares franceses) con nadie.

¿Y por qué tanto bombardeo de términos bélicos?

Hasta el siglo XIX la mayoría de la población, con independencia de sus profesiones u origen, tenía relación con el mundo militar. Primero por las diferentes guerras y más recientemente por la mili obligatoria para los hombres. Así que ese vocabulario se ha propagado desde abajo hacia arriba. Yo, por ejemplo, uso términos bélicos y no he estado en ninguna guerra ni hecho el servicio militar.

¿Y ese trasvase de palabras de arriba a abajo no se da también con términos exclusivos de otros universos o colectivos, que después se generalizan?

No con tanta intensidad y variedad de palabras como con el lenguaje militar. Pero sí hay ejemplos. “Echar balones fuera” es una frase tomada al mundo del deporte. También de la tauromaquia: “Es un primer espada”. O el “eres una estrella”, robada al cine.

Y con la pandemia. ¿Vamos a adoptar en nuestro vocabulario alguna palabra de esta larga batalla contra el virus de la covid?

Hay que esperar, pero el término “confinado” tiene muchos números de ser usado. Podría ser al pedir a los niños de una clase que no salgan del aula o anunciar que el próximo fin de semana nos quedamos en casa. Igual que cuando decimos que nos ‘retiramos a los cuarteles de invierno’ para comunicar que nos vamos a un lugar a disfrutar de paz y tranquilidad. Esta frase se usaba cuando las guerras, que solían durar de primavera a otoño, se daban un descanso en los días más fríos del año.

¿Usamos muchos términos bélicos sin ser conscientes de que esas palabras tienen un origen militar­?

Muchos. “Entrar a saco” es una frase muy usada y que viene de los saqueos de los militares cuando ganaban una guerra. O “batalla campal”, una lucha cuerpo a cuerpo y en campo abierto,

Hay que esperar, pero el término “confinado” tiene muchos números de ser usado. Podría ser al pedir a los niños de una clase que no salgan del aula o anunciar que el próximo fin de semana nos quedamos en casa. Igual que cuando decimos que nos ‘retiramos a los cuarteles de invierno’ para comunicar que nos vamos a un lugar a disfrutar de paz y tranquilidad. Esta frase se usaba cuando las guerras, que solían durar de primavera a otoño, se daban un descanso en los días más fríos del año.

¿Usamos muchos términos bélicos sin ser conscientes de que esas palabras tienen un origen militar­?

Muchos. “Entrar a saco” es una frase muy usada y que viene de los saqueos de los militares cuando ganaban una guerra. O “batalla campal”, una lucha cuerpo a cuerpo y en campo abierto, que ahora usamos al referirnos a una pelea multitudinaria en la calle. “Desbandada” es otra palabra militar de uso ahora muy frecuente. O decir que un tema ha cogido a alguien “con el pie cambiado”, frase que los que han hecho la mili saben que viene de no seguir bien la marcha en un desfile. “Estar en la brecha” implicaba en la batalla montar guardia en una zona vulnerable a un asalto al haberse abierto ahí un agujero. Ahora utilizamos esa frase para comunicar que estamos muy atentos a algo.

Augura que con la guerra de Ucrania vamos a añadir nuevos términos a este vocabulario bélico tan rico?

Es todavía muy pronto, pero muchas de las palabras que escuchamos ahora, ya las usábamos. La guerra de Vietnam sí que aportó una nueva palabra: “santuario”, que hacia referencia a un refugio y ahora nombramos para dar a entender otra cosa, a veces con connotaciones más negativas: “Los narcos tenían su propio santuario”, por ejemplo.

Y ahora sí: “Desbandada y rompan filas”. Que esto no es una “emboscada”, ni hay ánimo de “batirse” (término de los manuales militares franceses) con nadie.