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Escritor uruguayo llama a solidaridad

Escritor uruguayo llama a solidaridad

Preocupado por las consecuencias sociales de la crisis económica que aflige al Uruguay, el escritor Carlos Liscano nos hizo llegar esta carta, en la que formula un vehemente llamado a la solidaridad.

Del escritor Carlos Liscano

Montevideo, 30 de julio de 2002

En Uruguay, en este invierno de 2002, hay hambre, gente sin trabajo, con frío, sin techo, sin atención médica. Quiero preguntar a todos los amigos y amigas escritores si es posible que, como tales, hagamos algo para ayudar a la gente que está pasando tan mal.

Los escritores no somos un gremio, ni un sindicato, ni un grupo de poder. Somos la gente menos poderosa de este país, excepto en un sentido: somos, o deberíamos ser, los profesionales de la palabra. Describir lo que ocurre es ya una forma de denunciar. La literatura, siempre, fue el arte de la resistencia. Pero no alcanza con describir lo que ocurre, es necesaria alguna solidaridad práctica, que aunque no solucione definitivamente los problemas de nadie, ayude a alguien a pasar la noche, a llegar hasta la semana que viene.

Nuestra tarea no es la beneficencia, pero no podemos mirar para el costado mientras nuestra gente pasa hambre. Podemos poner nuestros nombres, nuestra palabra, a la tarea de generar esperanza, y no estar solamente a la espera de que las cosas cambien. Pero, además, podemos hacer algo por la gente.

Se me ocurre que podríamos hacer un acto, o quizá muchos, donde se recauden fondos para entregar a quien esté pasando hambre. No somos los escritores la gente mejor organizada ni más preparada para esta actividad, pero podemos pedir ayuda, orientación, a quienes trabajan para ayudar a los más pobres.

Podríamos conseguir un teatro donde algunos de los mejores de los nuestros lean sus trabajos y lo que se recaude se destine a quienes trabajan con los que están pasando hambre.

Pido disculpas por este mensaje algo inconexo. Termino con preguntas: si no hacemos lo que podemos cuando a nuestro alrededor se pasa hambre, ¿no estamos perdiendo el derecho a escribir? ¿Por qué los escritores hemos dejado de opinar sobre lo que ocurre en nuestra sociedad? ¿No es hora de que recuperemos lo que es nuestro, la palabra, de la que se han apropiado los menos solidarios?

Pido a quien reciba este mensaje, si le parece que lleva una inquietud compartible, que lo haga circular, y que agregue sus ideas para transformar esto en un acto de solidaridad mínima.

Gracias.

Carlos Liscano