
Sarcófago del rey de Castilla Alfonso de la Cerda (1270-1335)
sarcófago
Recipiente de piedra construido para contener un cadáver.
Del latín lithos sarcophăgum y este, del griego λιθος sarcophagos (lithos sarkóphagos) ‘piedra que se alimenta de carne’. Es una palabra con la que se designaba al que se alimentaba de carne: sarkós significa carne y phagos, ‘yo como’ y, en efecto, los griegos llamaban así a las personas o animales que se alimentaban de carne, es decir, a los carnívoros.
No se sabe con certeza por qué esta palabra fue adoptada para designar a los ataúdes, aunque —según una explicación de Eratóstenes (siglo III a. de C.), recogida por Plinio el Viejo— tal denominación se dio inicialmente a ciertos féretros construidos con una piedra calcárea extremadamente porosa, dentro del cual los cadáveres se descomponían y desintegraban con rapidez. Sin embargo, no falta quien quiere ver en esta relación una huella de la necrofagia practicada en las fases más primitivas de la evolución humana.