
Máscara funeraria de Tutankamón, el “rey niño”
faraón
Monarcas egipcios entre los años 3150 y 30 a. de C. Eran considerados seres casi divinos durante las primeras dinastías, y se los identificaba con el dios Horus. En cierta época también eran considerados hijos de Ra, pero no eran deificados en vida, sino después de su muerte, cuando se fusionaban con Osiris.
Según el egiptólogo británico Ernest Wallis Budges, proviene de un antiguo vocablo egipcio pera-a, que significaba ‘casa grande’, formado por per ‘casa’ y aa ‘grande’. Inicialmente, este era el nombre del palacio real, más tarde per-aa designaba la residencia real y luego a la autoridad misma. Entre los egipcios era una palabra empleada por el pueblo y no por las autoridades, y solo surgió bajo el reinado de Amenhotep III, en la primera mitad del siglo XIV a. de C.
El término fue tomado por los hebreos con la forma paroh y por el griego como Φαραώ (Pharaó), hasta llegar al latín tardío pharaon, -onis (también paraoh). Al español llegó como faraón, al inglés como pharaoh, al francés como pharaon, al alemán como Pharao, al portugués como faraó y al italiano como faraone.