
Cardenales dirigiéndose a la Capilla Sixtina para participar de un cónclave / Dall-E
cónclave
Cada vez que fallece un Papa, los cardenales de la Iglesia se reúnen para elegir a su sucesor. Con tal fin, llegan desde todos los continentes a Roma, donde pasan el tiempo en reuniones más o menos secretas, y algunos pocos contactos con la prensa, para sentir cuál es el espíritu de la mayoría con respecto a la decisión que van a tomar sobre el nuevo pontífice.
Luego, varios días después, se reúnen en la Capilla Sixtina, en una reunión bajo llave, quedando así completamente aislados de todo contacto con el mundo exterior. En los últimos años se han instalado incluso bloqueadores de teléfonos móviles a fin de impedirles cualquier contacto o de cualquier interferencia externa en las votaciones en las que decidirán sobre el nuevo Papa. Esta reunión se llama cónclave, palabra originaria del latín medieval conclave, formada a partir del latín clásico cum clavis ‘con llave’, ‘bajo llave’ o ‘a puertas cerradas’. Actualmente, además de los cónclaves del Vaticano, la palabra se emplea también en referencia a 'reuniones secretas o cerradas entre un grupo de personas muy influyentes'.