tocayo
Vocablo de origen incierto. Algunos autores americanos, como el mexicano Eufemio Mendoza (1872), defienden un origen náhuatl, con base en la palabra tonacayo ‘nuestra carne’. También se ha sugerido como étimo el náhuatl tocayotl ‘ nos llamamos’.
Corominas (1980) sostiene esta hipótesis “no es posible”, aunque no explica por qué, y señala que tal vez pueda provenir de la frase ritual romana, que pronunciaba la novia en los casamientos: "Ubi tu Caius, ibi ego, Caia" (Adonde tú vayas Cayo, allá estaré yo, Caya). El principal argumento del etimólogo catalán es que “la documentación más antigua de este vocablo procede España”, por lo que, según él, “no es probable que se derive del náhuatl”.
Sin embargo, Corominas no presenta ningún testimonio anterior al siglo XVIII, ni estos tampoco existen en los principales corpus diacrónicos de nuestra lengua. Nos preguntamos ¿es creíble que una palabra cuyas raíces están enterradas en el latín de la antigua Roma aparezca súbitamente en el castellano del siglo XVIII?