subasta
En latín hasta (asta) era el sustantivo que servía para denominar toda arma que consistiera en un mástil terminado en una punta metálica, tal como una lanza o una pica.
En Roma, una lanza hincada sobre un inmueble lo identificaba como propiedad del Estado, por lo que, cuando se llevaba a subasta algún bien de un deudor del Fisco, se clavaba una lanza o asta sobre esa propiedad con la orden: sub hasta vendere (vender lo que está marcado por la lanza). De esta expresión surgió en latín la expresión sub hastare vendere (vender la propiedad identificada por una lanza o asta), que llegó al español por vía culta en el siglo XVIII como subastar, junto con el sustantivo subasta, que fue incluido por primera vez en el Diccionario de la Academia en 1803 con el significado de «venta pública de bienes ó alhajas que se hace al mejor postor por mandado y con intervención de la Justicia».