moraleja
El Corpus de Referencia del Español (Corde) indica que la primera vez que se registra el uso de esta palabra es por parte de un autor anónimo en un proceso de la Inquisición está registrado en el Archivo del Museo Canario. La falta de contexto en esta mención del corpus impide precisar la denotación con que el término fue empleado. El caso siguiente, 118 años más tarde, fue extraído de Pedro Calderón de la Barca en su comedia Guárdate del agua mansa.
Don Toribio. Porque con la moraleja
del Agua mansa y su ejemplo,
dando principio a serviros,
fin a la comedia demos.
En 1679, en el Thesaurius linguae hispanae et latinae, de Baltasar Henríquez, la palabra es así definida en latín:
Moraleja. Sensus, significatio, aut notio moralis. (En traducción libre, sentido, significado o aun noción moral). Sacarla, ex aliqua re sensum moralem elicio, haurio, expromo. (Sentido moral que se extrae, que se saca de una historia)
En el primer diccionario de la Academia española (Autoridades, 1726), moraleja se define como “doctrina ù documento breve, que se infiere y saca de algún apólogo, o parábola”, y se cita como ejemplo un caso de Calderón diferente al que aparece en el corpus:
Con cuyo raro suceso
sacando la moraleja
quede al mundo por ejemplo
que huvo una vez en el mundo
mujer, amor y secreto.
No cabe duda de que el que creó esta palabra, tal vez algún monje inquisidor, era una persona de cierta cultura, puesto que tomó el sufijo diminutivo -eja (derivado de su equivalente latino -iculus). Moraleja se formó pues a partir de moral y esta del latín moralis ‘moral’, que a su vez provenía de mos, mores (costumbres) con el sufijo mencionado.