féretro
Palabra que está en nuestra lengua desde los comienzos del idioma; aparece en los antiguos fueros medievales, como el de Viguera y Val de Funes, donde se manifiesta la costumbre de la época de firmar los juramentos muy especiales sobre un féretro.
El vocablo féretro procede de latín ferĕtrum, y este del griego φέρετρον (phéretron), que se formó a partir de φέρειν (phérein) ‘llevar’. Ambos vocablos designaban las andas para transportar objetos sagrados, objetos reverenciales y también designaban el ataúd en el que se llevaban cuerpos de difuntos.
Al llegar al castellano, el vocablo adoptó la forma féretro, además de especializar su significado a ‘cajón o ataúd en que se transportan los cadáveres’, como vemos en este texto de Antonio Pigafetta en Primer viaje alrededor del mundo:
En primer término, todas las mujeres principales del lugar acuden a casa del difunto; en medio de ella aparece en su féretro el tal, bajo una especie de entrecruzado de cuerdas en el que enredaran un sinfín de ramas de árboles.