alcancía
Recipiente cerrado, generalmente de algún material plástico, con una hendidura estrecha en la parte superior, por donde se echan monedas que solo se pueden sacar rompiendo el artefacto.
Hasta el siglo pasado era una forma de ahorro muy usada, pero que hoy se ha abandonado casi totalmente debido en parte a la pérdida de valor de la mayoría de las monedas así como también a la implantación de las nuevas tecnologías en los bancos, que privilegian el uso de tarjetas y el manejo eletrónico del dinero. Por otra parte, la alcancía es un medio poco seguro para guardar monedas de oro o de plata.
En la Edad Media, se llamó alcancía a una bola de arcilla llena de alquitrán que, una vez encendida, se arrojaba a los enemigos.
La palabra proviene del árabe hispánico *alkanzíyya, este del árabe clásico kanz ‘tesoro’, y este, a su vez, del pelvi ganj. El pelvi era un dialecto procedente del persa antiguo, que se habló desde el siglo III a. de C. hasta el siglo XI aproximadamente.
Muchas alcancías tenían la forma de un cerdito, originada en un juego de palabras basado en la similitud del nombre del cerdo en inglés (pig) y la palabra del inglés del siglo XV pygg, que era el nombre de una arcilla barata con la que se confeccionaban las alcancías. En el inglés actual, la alcancía se llama en esa lengua piggybank.