a calzón quitado
En cierta época, cuando eran corrientes los castigos corporales, se solía desnudar a la víctima para que sufriera la flagelación sin contar con la protección de la ropa. Azotar a alguien “a calzón quitado” significaba desnudarlo antes, una práctica que se llevaba a cabo en los casos más graves.
En la actualidad, hablar con alguien “a calzón quitado” es hacerlo con sinceridad absoluta y sin rodeos ni remilgos, sin tener cuidado por el dolor que nuestras palabras le puedan infligir al interlocutor; en ese sentido, equivale a hablar “sin pelos en la lengua”.
El uso primitivo de la expresión, aplicado al acto de ‘propinar una zurra’, aparece todavía en una crónica peruana publicada en 1938, bajo la firma de Juan A. Corrales, disponible en el corpus diacrónico de la Academia española:
[...] le sugirió la iniciativa de disponer que se chapara a mi hombre con el objeto de propinarle una latiguera a calzón quitado con fines terapéuticos.