grito
Quiritas fue el nombre que los romanos dieron a los sabinos, un pueblo itálico que vivía en la colina del Quirinal, situada al este del Tíber, cuya religión ejerció gran influencia sobre las costumbres de Roma. El gentilicio de este pueblo y el nombre de la colina representaban un homenaje a su dios de la guerra, Quirino.
Cuenta una leyenda que los hombres de Rómulo raptaron a las mujeres sabinas, lo que provocó una guerra que duró largos meses hasta que las víctimas aparecieron sobre el campo de batalla con sus niños recién nacidos, hijos de los romanos, lo cual dio lugar a la reconciliación entre ambos pueblos. A partir del siglo III a. de C., los sabinos pasaron a formar parte de la sociedad romana como ciudadanos influyentes.
Tan poderosos eran que, en el siglo I a. de C., el historiador romano Marco Terencio Varrón aseguraba que después de la integración de los sabinos a la sociedad romana había surgido en la ciudad la expresión pedir ayuda a los quiritas, que con el tiempo quedó resumida en el verbo quiritare.
Quiritare fue adquiriendo el significado de ‘gritar por socorro’ y, en el latín vulgar de la Edad Media, se convirtió en critare, que llegó al español como gritar.
Este vocablo latino de tan singular historia ha permanecido en otras lenguas romances, como en el francés crier y en el italiano gridare y, además, a partir del francés, llegó al inglés como to cry, con el mismo significado.