apóstrofe / apóstrofo
Ambas palabras tienen significados muy diferentes, aunque su etimología es bastante cercana y con frecuencia se las confunde. El apóstrofe es una figura retórica que consiste en ‘dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en dirigírsela a sí mismo en iguales términos’.
Apóstrofe proviene del latín apostrophus y este, del griego apostrophé ‘acción de apartarse’: el que recurre a la figura del apóstrofe interrumpe de pronto el hilo de su discurso, se aparta de él, para dirigirse con vehemencia hacia otra persona, para apostrofarla.
El apóstrofo, en cambio, es un signo ortográfico con forma de una especie de acento, que se emplea para indicar la omisión de una letra y también proviene del latín apostrophus.
Para no confundirnos, basta apenas recordar que cuando apostrofamos a alguien le estamos dirigiendo un apóstrofe y no un signo ortográfico.