camarón
Los frecuentadores de las tascas madrileñas saben apreciar las delicias de un plato de gambas regado con un vino blanco, tal vez de La Rioja o de la Ribera del Duero, y otros, en algunas tabernas gaditanas, pueden disfrutar de deliciosas e inolvidables tortillitas de camarones. Camarón es palabra que los españoles reservan para una variedad más pequeña del crustáceo, mientras que en la mayoría de los países americanos designa a las variedades grandes y pequeñas.
En realidad, la difusión del uso del vocablo gamba en España es relativamente reciente. Hasta 1925 todas las ediciones del diccionario de la Academia lo incluían como ‘poco usado’, con el significado de ‘pierna’, tomado del italiano gamba.
Son las señas desta moça ojinegra y pelirrubia, cabal de todos sus miembros menos de la gamba zurda, que quiso naturaleza, que tal vez de errar se gusta, que al templo de su beldad faltasse la arquitectura. (Alonso de Castillo Solórzano: Lisardo enamorado [1616]).
La etimología nos revela la solución de este enredo: camarón es el aumentativo de cámaro, voz que proviene del latín cammărus, procedente del griego κάμμαρος (kammaros) ‘langosta’. Allá por el siglo iv de nuestra era surgió en el latín vulgar de la península una forma, gambaros, que aparece en Covarrubias y que se perpetuó en el catalán gamba, para ser finalmente adoptada por los españoles castellanohablantes. Como nombre del crustáceo, gamba aparece por primera vez en el diccionario académico solo en 1936.