exótico
Aplicamos este calificativo a aquellas costumbres, comportamientos, hábitos culturales y hasta objetos que nos resultan extraños o misteriosos por provenir de otras tierras cuya cultura nos es ajena.
Por esa razón, lo que en algunos países es considerado exótico, puede no serlo en otros: recuerdo que cierta vez, caminando por una calle de Hamburgo, divisé a lo lejos un cartel en el que se leía: Exotische Früchte (frutas exóticas) y, al acercarme, percibí que se trataba de frutas que en Sudamérica no tienen nada de exóticas.
El vocablo figura en el diccionario de la Academia desde la primera edición (1734) y tiene numerosos derivados, tales como exotismo o exoticidad, pero la Academia rechazó el primero hasta 1984... ¡por provenir del francés!
La palabra se deriva del latín exoticus, formada a partir del griego ἐξωτικός (exotikós), procedente de ἔξω (exo-) 'afuera', 'hacia fuera'.
Para los clásicos latinos, exōticus era, como para nosotros, todo aquello que se pudiera calificar como 'extraño, peregrino o extravagante'.