nefasto
Los romanos eran muy supersticiosos y creían en la existencia de días marcados por el hado para que ocurra todo lo malo, lo desgraciado y lo desagradable, y otros, de buena suerte, en los que todo debería salir bien.
Ya desde los primeros tiempos de la monarquía, durante el reinado del sucesor de Rómulo, Numa Pompilio, (753-674 a. C), se empezó a dividir los días en fastos (dies fasti) ‘de buenos augurios, de buena suerte’ y nefastos (dies nefasti) ‘de malos augurios’. En estos últimos, no era permitido hacer justicia ni ocuparse de los asuntos públicos.
También eran nefastos los días de duelo o de conmemoración de algún acontecimiento luctuoso. El calendario se completaba con los dies comitiales, ‘días de los comicios’, en los cuales se reunía el Senado.
La palabra fastus se derivó de fas ‘lo que es lícito o permitido’. Nefastus se forma, claro, anteponiendo la conjunción nē.
De aquí viene también la locución, conservada en castellano, por fas o por nefas ‘lo lícito y lo ilícito’ o ‘lo permitido y lo prohibido’.