rúbrica
Antiguamente, los documentos muy importantes llevaban un acápite escrito con una tinta de color ocre que se fabricaba a partir de la hematita o mineral de hierro.
Años más tarde, también se hizo común adornar la firma de una persona con trazos de ese color, que en Roma era considerado un tono de rojo y llamado ruber, -bra, -brum, . Del hábito de añadir esos trazos rojizos para personalizar la firma, se derivaron el sustantivo rúbrica y el verbo rubricar.
Actualmente rúbrica se usa en muchos casos como sinónimo de firma manuscrita, un trazo gráfico que representa el nombre y el apellido que escribe una persona de su propia mano, y tiene fines identificatorios, jurídicos, bancarios, representativos y diplomáticos.