baladí
Para los árabes de la Edad Media, bálad significaba ‘lugar, provincia’ y de esa palabra se derivaba, también en árabe, baladī ‘del país’, ‘autóctono’, y con ese significado que fue adoptada por el castellano.
En una carta escrita entre 1470 y 1480, el escritor Diego de Valera expresaba:
[...] era su valor entonce un florín de Aragón cinquenta maravedises; e un ducado setenta e cinco; e una dobla baladí ochenta; e un alfonsí, que llamavan de la cabeçuela, ciento e dies.
La dobla era una moneda de oro que se acuñó durante la Edad Media, con varios valores, en diferentes lugares de la península y también en Marruecos, por los árabes. Valera se refiere aquí a una dobla acuñada localmente, por lo que la llamaba baladí, es decir, del lugar, autóctona. Ocurrió que hacia el siglo XV, las doblas baladíes habían sido muy recortadas, por lo que llegaron quejas a la Corona y pedidos de que se las retirara de circulación.
Posteriormente la palabra se aplicó a los vinos y al jengibre que se fabricaban localmente, en oposición a los productos similares de otros lugares de la península o incluso importados de otros lugares de Europa o del norte de África, que eran más apreciados y más caros.
Fue así que, poco a poco, baladí se fue resignificando y pasó a ser usado para calificar lo de menor valor o de calidad más baja, hasta llegar a su significado actual, ‘de poca importancia’.