victoria
Fue en la guerra donde los hombres conocieron, desde los albores de su existencia, la satisfacción de la victoria y la pesadumbre y el dolor de la derrota.
En tiempos recientes, las guerras se han tornado más mortíferas de lo que jamás se podría haber soñado en las peores pesadillas de otros tiempos, pero los seres humanos también hallaron —en los deportes, por ejemplo— formas más civilizadas de experimentar los sentimientos que acompañan victorias y derrotas. En realidad, las justas deportivas habían sido cultivadas por los griegos con sus Juegos Olímpicos, pero en el año 394 de nuestra era fueron suspendidos por el emperador católico romano Teodosio el Grande, que cuestionaba su carácter pagano. Solo en 1896 se disputarían, en Atenas, los primeros Juegos Olímpicos modernos. El fútbol no fue, inicialmente, una práctica olímpica, pero el deporte que llegó al siglo XXI convertido en pasión de multitudes ya se jugaba en algunos países de Europa y América latina hacia fines del siglo XIX, cuando se formaron los primeros clubes.
El verbo latino vincere ‘vencer’ dio lugar al apelativo victor ‘vencedor’. Victor omnium gentium ‘vencedor de todos los pueblos’ era una expresión utilizada por Julio César, Cicerón y Virgilio. Cornelio Nepo y Horacio emplearían más tarde victoria, el femenino de victor, y también con el significado que esta palabra tiene actualmente en español, como sinónimo de triunfo.
Victoria designaba, además, a una diosa romana y se convirtió en nombre de mujer y de una ciudad de Cantabria, hoy Santoña. Ver también victoria regia.