biombo
Los primeros biombos fueron fabricados en China hace dos milenios, durante la dinastía Han que rigió entre el 206 a. C. y el 220 d. C. Prestigiosos en Europa hasta el siglo XIX, se cree que inspiraron una serie de pantallas de formato alargado pintadas por Goya para decorar el comedor de los príncipes de Asturias en el palacio del Pardo, hoy expuestos en el Museo del Prado.
Algunos siglos más tarde fueron adoptados por los japoneses, durante el período Nara (646-794), pero con algunos cambios. Se presentan en forma de pantallas que se pueden doblar, puesto que cuentan con varias hojas articuladas, y suelen estar decorados con pinturas y caligrafía japonesa. Los utilizan para separar espacios interiores de la casa y cumplen, además, la función de impedir que el viento circule entre las habitaciones.
Su nombre en japonés es biōbu, una palabra formada por composición mediante biō ‘protección’ y bu ‘viento’, o sea ‘protección contra el viento’.
En el siglo XVI fueron llevados por primera vez a Europa por los portugueses, que los llamaron biombo, introduciendo una /m/ epentética probablemente inducida por la o larga del vocablo japonés y, con ese nombre portugués, llegaron a España, al castellano y al catalán. Pero el nombre japonés no se extendió fuera de la Península Ibérica: los franceses lo llaman paravent, mientras que en inglés es folding-screen ‘pantalla plegable’.