muelle
El adjetivo muelle significa ‘delicado, suave, blando’, y también, ‘inclinado a los placeres sensuales’. Como sustantivo, designa una ‘pieza elástica, ordinariamente de metal, colocada de modo que pueda utilizarse la fuerza que haga para recuperar su posición natural cuando ha sido separada de ella’.
El adjetivo muelle proviene del latín mollis, que significa tanto ‘flexible’ como ‘blando, suave’ pero en una época se usó también como sustantivo para denominar unas tenazas que consistían en una pieza flexible de metal doblada en dos que tendía a volver a su posición original. Por esa razón, los resortes de este tipo se llaman muelles en español y molas en portugués.
En los poemas de Berceo y en el diccionario de Nebrija ya aparecía el derivado mollera para designar a la fontanela, el espacio situado en la parte más alta del cráneo de los bebés, que luego cierra al unirse ambos parietales con el hueso frontal; en mozárabe se llamó mullajra y en portugués derivó hacia miolo ‘sesos’ y mole ‘blando’.
En español, la acepción adjetiva con el sentido de ‘blando’ dio lugar a mullido, un sustantivo que designaba, inicialmente, un colchón blando que se solía confeccionar con vegetales para el descanso del ganado en Asturias.
En el latín vulgar de la Edad Media, moliare significaba ‘reblandecer’ palabra que ya en Berceo se había convertido en mojar porque algunos materiales se ablandan al contacto con el agua; de ahí procede asimismo remojar, que ya figuraba en Nebrija con el mismo significado que le damos hoy.
Aclaremos que la construcción de piedra que penetra en el mar o en algún río, para permitir el embarque y desembarque de personas o para proteger las embarcaciones se llama muelle, pero no es la palabra que estamos tratando aquí, sino apenas un homónimo proveniente del catalán moll.