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El lunfardo rioplatense en el portugués de Brasil

Tango callejero en Montevideo

 

Ricardo Soca, en "Viceversa: tópicos de traducción entre español y portugués". Eds. Amanda Blanco, Carlos Rizzon y Mayte Gorrostorrazu, Unipampa.

 

Tras asentarse en las periferias urbanas de ambas márgenes del Plata, el lunfardo rioplatense no se conformó con su territorio originario: a lomos del tango se abrió camino fuera de fronteras y muchas de sus voces florecen hoy, mimetizadas con el portugués de Brasil, en el habla coloquial de metrópolis como Rio de Janeiro y São Paulo. El lunfardo es hijo de la marginación de los barrios bajos del Buenos Aires y el Montevideo de la segunda mitad del siglo xix, poblados por inmigrantes europeos —principalmente gallegos, genoveses e italianos del sur— que lo enriquecieron con vocablos procedentes de las lenguas europeas. Se ha dicho que su fuente primigenia fueron las jergas delictivas que prosperan en las prisiones y en los barrios bajos; recordemos que el nombre lunfardo proviene de lunfa ‘delincuente’, usado para referir al hampa genovesa de Buenos Aires, pero conquistó el interés de los estudiosos cuando, a fines de aquel siglo, fue adoptado por el tango, el ritmo de estirpe orillera con el que se fue incorporando poco a poco al habla popular urbana.

 El lunfardo nunca fue una variedad lingüística, sino un extenso repertorio léxico que, nacido en los arrabales, fue impregnando gradualmente la lengua; primero, la de las grandes ciudades, para, más tarde, extenderse al resto de la región. Tan imbricado está hoy en la urdimbre del lenguaje popular rioplatense, tan difusa es su frontera con el lenguaje general, que con frecuencia resulta difícil discernir cuándo un lexema rioplatense pertenece al lunfardo y cuándo no.

En efecto, en Gobello (1994), las entradas marcadas con leng. gen. (lenguaje general) y pop. (popular) exceden en mucho a las que llevan la marca lunf. (lunfardo).

Hace ochenta años Enrique Santos Discépolo escribía su tango Cambalache:

Siglo veinte, cambalache problemático y febril… El que no llora no mama y el que no afana es un gil,

sin imaginar que el verbo afanar acabaría por instalarse en Brasil, con la misma connotación coloquial y lunfardesca que tiene entre nosotros. Conviene recordar que su acepción de ‘robar’ procede del caló, la lengua de los gitanos de España. Para los diccionarios brasileros Houaiss (2009) y Aurélio (2010), esta acepción viene definida como ‘robar, hurtar’, considerada un brasilerismo, es decir, una voz no europea, sin mención de su origen rioplatense. En portugués formal tiene exclusivamente el sentido de ‘trabajar’ y, en forma pronominal, de ‘esforzarse’, tal como en el español formal.

Gobello (1994) recuerda, no obstante, que la equiparación del trabajo con el robo es común en la mayoría de las jergas. Veamos este ejemplo de afanar en el portugués brasilero:

 Orlas de facínoras, pilhadores, filibusteiros invadiram a parte destruída para afanar, pilhar e abusar dos que restavam ainda apavorados mas ilesos. Paulo Novaes(1996). Mão de luva.

Un vocabulario nacido entre los presidios y los barrios periféricos de Buenos Aires y Montevideo no podría dejar de mostrar la impronta de su contacto con cárceles y comisarías.

Según Gobello (1994) y Conde (2010), el véneto incaenare ‘encadenar’ se convirtió en encanar ‘llevar preso’, que condujo luego a cana ‘cárcel, presidio, policía’. Sería preciso investigar si el vocablo nos llegó desde el Brasil o si lo recibimos desde el véneto y luego lo transmitimos al portugués brasilero, puesto que en ambas regiones hubo una caudalosa inmigración italiana.

Sabe o que me pareceu? Que queria ser preso. Francamente. Causar escândalo para ir em cana. Existe gente assim. Rey, Marcos (1995). Os crimes do Olho-de-Boi.

Otro nombre de la cárcel es cafúa, que, curiosamente, parece tener origen en el portugués o en el gallego, con el significado de ‘rancho de terrones’, según Teruggi (1978:144) y Gobello (1994). En Brasil, designa el ‘lugar de la escuela donde los niños son puestos en penitencia’ o también una ‘habitación miserable’. Houaiss (2009) confirma esta etimología, que sitúa en el portugués patrimonial. Sin embargo, Pessoa de Castro (2001) le atribuye origen africano, en el quicongo, lengua en la cual significa ‘lugar oscuro y húmedo’. En todo caso, es voz lunfarda registrada por Gobello (1994) y por Conde (2010), que parece haber hecho un camino inverso al de la mayoría de las voces lunfardas, desde Brasil al Río de la Plata.

Gobello (1994) asegura que el platinismo carcamán proviene del español patrimonial carcamal¸ con la denotación de ‘viejo achacoso’, que fuera usado por Pérez Galdós, Valle-Inclán, Unamuno y Blasco Ibáñez, entre otros. En el Corpus Diacrónico del Español (Corde), carcamán aparece usado en el siglo XIX por José Mármol y por Hilario Ascasubi, forma que tal vez esté vinculada con el portugués brasilero carcamano ‘apodo jocoso que se da a los italianos’. Sin embargo, sería difícil afirmar con certeza cuál es el origen del uso que se le da al término en las regiones rurales del noreste del Uruguay, zona en la que el portugués y el español interactúan desde hace cuatro siglos. En el Uruguay, Monegal emplea carcamán con la denotación canónica de ‘persona achacosa’ en varios de sus cuentos; en «Cuestión en la sierra»,  un personaje recurrente en este autor, el burro Jeromildo, interrumpe, furioso, una discusión entre una vaca y una yegua a la hora de la siesta:

¡Basta, carcamanas de Mandinga! ¡Me han cortao la siesta en lo más projundo, sotretas!

La denotación de ‘persona vieja’ queda más clara en «El trío Silverio Espinosa»,  cuento también de Monegal, cuyo protagonista narra:

Tuitas las noches me salía con la mesma letanía: «Silverio no seas desalmao, Silverio asentá los sesos, Silverio vas a llegar a carcamán y naide te lavará los mulambos».

En Brasil, en cambio, carcamano se aplica despectivamente a los inmigrantes italianos, como vemos en este ejemplo:

Filha minha não casa com filho de carcamano! Alcântara Machado, Antônio de (1927). Brás, Bexiga e Barra Funda.

Según Houaiss (2009), carcamano se aplica también a los lustrabotas (engraxates), pero de esta acepción no pude hallar testimonio.

La ocupación ocasional del desempleado, la changa¸ según Gobello, es ‘el trabajo del mozo de cordel’, mientras que, en Brasil, Houaiss (2009) le atribuye origen rioplatense, tal vez siguiendo a Caldas Aulete, citado por López (1993). Sin embargo, Corominas (1980) sostiene que se formó en Brasil a partir de jangada (‘transporte fluvial sobre maderos flotantes’), por hacerse por este medio el transporte de cueros por los ríos Paraná y Uruguay. De acuerdo con él, jangada proviene de una lengua dravídica de la India, el malayálam. Llama la atención el hecho de que el testimonio más antiguo que menciona el etimólogo catalán son las Actas del Cabildo de Montevideo, en una anotación de 1730. En el portugués brasilero de hoy, changa es voz poco usada, a diferencia del Río de la Plata: refiere a un transporte de carga liviana y al pago que se hace por ese servicio, como asimismo, por extensión, a cualquier propina.

El delincuente detenido por primera vez es fotografiado, queda escrachado. La palabra escrache proviene probablemente del genovés scraccé  ‘fotografía, especialmente del rostro’. De ahí se derivó el verbo escrachar ‘retratar’; una vez escrachado, el delincuente queda en evidencia, puede ser reconocido en el futuro. Este rasgo semántico dio origen al nombre de los “escraches” protagonizados por defensores de los derechos humanos contra figuras de las dictaduras uruguaya y argentina. En el portugués de Brasil, escracho es el ‘retrato hecho por la policía’ (Houaiss 2009) y escrachar, ‘fichar a alguien en la comisaría después de fotografiarlo’.

Estrilar proviene del italiano strillare ‘rabiar’, pero, por metonimia, en el Río de la Plata pasó a significar ‘gritar’, según Meo Zilio (1965). No obstante, en la definición del Diccionario del español del Uruguay (DEU) este verbo significa ‘mostrar ira o furia’, mientras que para el Nuevo Diccionario de Americanismos (NDA) es ‘manifestar furia o animadversión’; que no se alejan mucho del significado italiano para ‘rabiar’. En portugués de Brasil se define como ‘vociferar, deblaterar, bradar por zanga, exasperação, enfurecimento’ según Aurélio (2010), que lo clasifica como brasileirismo, sin indicar su etimología.

En los garitos de juegos de azar y en las subastas era común la figura del grupí o gurupí, un jugador que actuaba en connivencia con la banca o con el rematador, haciendo ofertas ficticias para estimular la puja. En el DEU, aparece como grupí, con una etimología del genovés gruppiê, pero quizá resulte más verosímil un parentesco con el francés croupier, ya asentado en Mieres et al. (1966). En Memorias de Juan Pedro Camargo, de Monegal, el personaje Juanillo, un zorro parlante, se expresa así:

Tábamos en la punta de la sierra con mi máistro don Tatú, en una timba. Don Tatú tallaba y yo trabajaba de gurupí.

En Houaiss (2009), gurupi figura como vocablo propio de Rio Grande do Sul, definido como ‘individuo que en subastas, por medio de ofertas ficticias, hace subir los precios en favor del rematador o del dueño de los objetos subastados’.  Asimismo, de gurupí o grupí procede engrupir ‘hacer creer una mentira’. En Brasil engrupir, atestiguado desde  mediados del siglo pasado, es ‘engañar o ilusionar a alguien’ o también ‘embaucarlo’.

El escruchante es el ladrón que roba por medio del escrucho o escruche, es decir, ‘mediante la rotura de puertas o ventanas’ (DEU). Estos vocablos, provenientes del italiano jergal scrus ‘robo con fractura’, aparecen también en el portugués de Brasil, con una n epentética bajo las formas escrunchante y escruncho, definidos por Houaiss (2009) como ‘roubo que se faz por meio de arrombamento, assalto, escalamento, chave falsa etc’.

Gaúcho falava gíria, de quando em quando me obrigava a interrompê-lo: − Que significa escrunchante? Escrunchante? Ora essa! O lunfa que trabalha no escruncho, quer dizer, no arrombamento. Era a profissão dele. Ramos, Graciliano (1969 [1953]:62).

Se puede observar aquí asimismo que Graciliano Ramos emplea la voz lunfa, que no figura en los diccionarios brasileros consultados, pero que, por lo que se ve, era de uso en Brasil, por lo menos hace seis décadas.

El falluto es el sujeto ‘falso, hipócrita’ (DEU). Vocablo de etimología dudosa, aunque de probable origen italiano; Teruggi (1978) propone fallito, ‘quebrado’ o ‘fracasado’ en italiano, mientras que Meo Zilio y Rossi (1970) señalan el napolitano faglio ‘trampa’, pero se trata de meras aproximaciones tentativas, sin el respaldo de testimonios seguros. En Brasil, fajuto se refiere a ‘algo de mala calidad’ o ‘falsificado’ y también a una ‘persona en la que no se puede confiar’ (Houaiss 2009).

Joãozinho, tá na cara que esse chafurdo que o Zeca reportou é fajuto! − Fajuto em que sentido? Você quer dizer que não houve e que os outros sabiam disso?  Correa Cabral, Pedro (1993). Xambioá. A guerrilha no Araguaia.

En el Uruguay, el malandra o malandro es aquel ‘que vive al margen de la ley’ (DEU); en la Argentina, donde es menos usado actualmente, es la ‘persona amoral, en la que no se puede confiar’. En Brasil, malandro es aquel ‘que não trabalha, que lança mão de recursos engenhosos, freq. condenáveis, para viver; vadio’, ‘perezoso, indolente’, ‘ladrón, marginal’. En Rio de Janeiro, equivale al malevo rioplatense ‘bohemio, sensual, de clase baja, con un modo peculiar de vestirse y hablar’. La palabra proviene del italiano malandrino ‘salteador, rapiñero’.

Un mancarrón es un matungo, un caballo viejo o de poca utilidad. Por extensión, ‘persona vieja y venida a menos’, añade Guarnieri (1979). Houaiss (2009) indica que mancarrão, voz propia de Rio Grande do Sul, llegó a Brasil proveniente del español.

Era um colmilhudo, com cada dente como uma estaca… velho como o cerro do Batovi; ou era um mancarrão de montaria, aporreado e cuerudo… outras vezes ainda… Simões Lopes Neto (1912). Contos gauchescos.

El DEU ofrece para matrero una definición diacrónica: 'Fugitivo en el medio rural hasta fines del siglo XIX o principios del XX, generalmente buscado por la policía, que solía refugiarse en lugares agrestes o de difícil acceso' . Gobello (1994) la incluye como voz lunfarda atribuyéndole origen genovés. Sin embargo, Houaiss (2009) fecha esta palabra en el portugués del siglo XIII, mientras Corominas (1980) la ubica en Nebrija, como adjetivo en siervo matrero con dos posibles significados: ‘envejecido en el servicio’ o ‘astuto, zorro’. Según el etimólogo catalán, es voz de probable origen árabe, derivada de mohatrero ‘tramposo’. Este es probablemente el étimo también de la palabra portuguesa mutreta ‘ardid’. En el sur de Brasil, matreiro tiene hoy el significado de ‘persona dotada de experiencia y sagacidad en el trato con la gente, pícaro’. También se encuentra atestiguada en la prensa de Portugal.

El otario es, en el Rio de la Plata, el ‘tonto, ingenuo, candidato a ser víctima de una estafa', según Gobello (1994). En Brasil, otário equivale a ‘ingenuo, tonto, inexperto’. Se le suele atribuir una dudosa etimología, jamás comprobada, en el género zoológico de las Otarias, un león marino de cuyas especies algunas son extremadamente lentas. Es probable que el vocablo haya llegado a Brasil en la letra de muchos tangos, como Se acabaron los otarios (1927), de Juan Andrés Caruso:

Se acabaron los otarios

que en otros tiempos había,

los muchachos de hoy en día

no son giles, al contrario.

Se acabaron los otarios,

que los salgan a buscar

con linterna y con candiles

o el más conocido Mano a mano, de Carlos Gardel y José Razzano (1920):

…y si alguna deuda chica

sin querer se me ha olvidado,

en la cuenta del otario

que tenés se la cargás.

 El significado es semejante en Brasil, donde la palabra aparece definida como ‘indivíduo tolo, simples, fácil de ser enganado’ (Aurélio 2010) o ‘ingênuo, tolo, inexperiente’ (Houaiss 2009).

Ciro (Gomes) voltou a usar o seu vocabulário não-usual para um ministro e chamou de ladrão quem cobra ágio e otário quem paga. Folha de S. Paulo (1994).

Tanto en Rio de Janeiro y São Paulo como en Montevideo y Buenos Aires, el paco es un paquete con dinero falso, que los estafadores emplean para engañar a sus víctimas. Proviene del italiano pàcco ‘paquete’, ‘envoltorio’. Tiene el mismo significado en el portugués de Brasil, que lo tomó del lunfardo (Aurélio 2010), probablemente de la letra de algún tango, como Madame Julie, de Francisco Baldana, en cuya letra se incluye este fragmento:

Ya con el paco en mano corrí a mi pieza y con mucho cuidado lo desaté pa’ qué contarle lo que había adentro, sólo recortes de diario hallé.

El DEU atribuye a pingo dos significados vinculados con los equinos: ‘caballo de montar de excelentes condiciones’ y ‘caballo de carreras’, y, por extensión, ‘persona solidaria, servicial’. En Brasil pingo es un regionalismo exclusivo de Rio Grande do Sul, con el significado de ‘caballo de calidad, bonito y veloz’, pero Houaiss (2009), Aurélio (2010) y Da Cunha (1998) coinciden en que el vocablo es oriundo del Río de la Plata. Gobello (1994), por su parte, lo incluye como nombre popular del caballo, de cualquier condición. El significado de pingo ‘gota’ es en portugués un homónimo ajeno al uso que examinamos aquí.

El punguista es un carterista, un ladrón caracterizado por la destreza con que practica la punga. Voz de origen lunfardo, proveniente del italiano meridional punga ‘bolsillo’, está atestiguada en el léxico brasilero desde mediados del siglo xx (Houaiss 2009 y Da Cunha 1998). No se trata de un brasilerismo, sino de un platinismo incorporado al portugués, tal vez por vía de los marineros argentinos del Lloyd Brasileiro  que recalaban regularmente en Rio de Janeiro y en Recife. Houaiss (2009) define la punga como ‘hurto practicado con destreza’.

E levou a mão ao bolso onde enfiava as listas do jogo. A mão do secreta foi mais rápida — um punguista não teria dedos mais ligeiros, pensou Mariano. Queiroz, Rachel de (1975). Dora Doralina.

Con estas líneas espero dejar planteada la idea de que, para los jóvenes lingüistas, hay para recorrer un rico camino en el estudio de la incorporación de voces rioplatenses al portugués de Brasil, no solo ni principalmente por el contacto de frontera, sino también por la integración económica, política y cultural. Asimismo, deben tomarse en cuenta los nuevos medios electrónicos que abren paso a la comunicación instantánea, mucho más allá de las regiones de frontera, lo que viene favoreciendo el surgimiento y desarrollo de nuevas formas de contacto entre lenguas.

  

Bibliografía

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