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Dra. Zorrilla: el lenguaje médico está enfermo

En la jerga médica, las dolencias del cuerpo reciben el nombre incorrecto de patologías. Así nos lo indica este ejemplo referido a la fibrosis quística: «Esta patología es la enfermedad genética hereditaria más frecuente entre las personas de raza blanca». El Diccionario académico, sin embargo, desmiente esta sinonimia entre patología y enfermedad, y dice que patología es ‘la parte de la Medicina que estudia las enfermedades’ o ‘el conjunto de síntomas de una enfermedad’, observa la doctora Alicia Zorrilla, de la Academia Argentina de Letras.

La patología del lenguaje médico

Por Alicia Zorrilla 1

En Medicina, la ‘diátesis’ es la predisposición orgánica a contraer una determinada enfermedad. Desde el punto de vista etimológico, enfermedad proviene del latín infirmitatem (in-, ‘no’, y firmus, ‘fuerte, firme, robusto, sano’). El enfermo es, pues, la persona que no está sana y a la que le falta firmeza, precisamente, por sus padecimientos. Sin duda, hay enfermedades del cuerpo o físicas, y del alma o espirituales, pero también del intelecto, del habla y de la escritura; no son orejas que sangran como la de don Quijote, pero sí oraciones heridas de muerte, lo que no deja de ser paradójico en el campo de la medicina.

En la jerga médica, las dolencias del cuerpo reciben el nombre incorrecto de patologías. Así nos lo indica este ejemplo referido a la fibrosis quística: «Esta patología es la enfermedad genética hereditaria más frecuente entre las personas de raza blanca». El Diccionario académico, sin embargo, desmiente esta sinonimia entre patología y enfermedad, y dice que patología es ‘la parte de la Medicina que estudia las enfermedades’ o ‘el conjunto de síntomas de una enfermedad’.

Por supuesto, la Real Academia Española se ciñe a la etimología, ya que pato- es un prefijo que proviene del griego y significa ‘dolencia o afección’. Las dos definiciones del vocablo patología no corresponden a enfermedad; para este vocablo, el Diccionario académico destina el sustantivo masculino morbo. Tres morbos graves trastruecan los cánones dialogísticos, impiden que la comunicación sea fluida y la convierten en seudocomunicación. Intelecto, habla y escritura quieren demostrarnos, con sus deslices, que la lengua padece de insuficiencia gráfica, morfosintáctica y léxico-semántica. No es así.

La lengua española goza de buena salud. Los hablantes somos los enfermos, los que adolecemos de taxativa incultura lingüística. Y decimos taxativa porque no admite discusión. Las pruebas, al canto. Analicemos algunos ejemplos extraídos del lenguaje médico con que uno se encuentra en la Internet:


Ejemplo 1

Estuve enferma, pero, por suerte, no hice fiebre.

Entre las cincuenta y ocho acepciones del verbo hacer, no hay una que se adecue a este despropósito. Afiebrarse, verbo registrado en el Diccionario académico, denota ‘empezar a tener fiebre’, pero no es lo que quiso expresar la joven señora. En español, se dice no tuve fiebre.

Ejemplo 2

Al no producir efectos secundarios en los pacientes de enfermedades cardiovasculares, es un producto totalmente seguro.

¿Cómo puede existir un paciente «de» enfermedad cardiovascular? De acuerdo con la semántica de la preposición de, llegamos a estas conclusiones:

  • el pobre paciente no posee la enfermedad (como cuando decimos la novela de Vargas Llosa), la sufre;
  • no viene o sale de esa enfermedad (como cuando Viene de Entre Ríos);
  • no está hecho de ella (como una manta de lana);
  • no está contenido en ella (como un plato de tallarines);
  • no es su asunto o materia (como una clase de Gramática);
  • no es su causa u origen (como Murió de tifus);
  • no es su naturaleza, condición o cualidad (como mujer de agallas);
  • no lo determina como lo hace la aplicación de un nombre apelativo (como en mes de junio o ciudad de Buenos Aires).

Según este análisis, lo correcto es pacientes con enfermedades cardiovasculares. El verbo producir tampoco se adecua al significado de esa oración, pues denota ‘engendrar, rendir frutos, redituar interés’. Entonces, la precisión señala que el medicamento no causa efectos secundarios.
La construcción de la oración exige el reemplazo del verbo ser con el verbo considerar: Al no causar efectos secundarios —equivale a Como no causa efectos secundarios...— en los pacientes con enfermedades cardiovasculares, se considera un producto totalmente seguro. El adverbio ‘totalmente’ (‘enteramente, del todo’) nos desconcierta por lo superfluo, pues no existe medianía en la seguridad: o es seguro o no lo es. Quizá, sea mejor decir que se considera un producto inocuo. El sintagma adjetival analizado podría formar pareja con aquel tren que estaba completamente parado o con el hombre totalmente muerto de tantas noticias policiales.

Ejemplo 3

También se ha demostrado en estudios comparativos que otros medicamentos conteniendo esta droga, poseen grandes riesgos y una eficacia tan sólo del 68 al 72%.

El gerundio es un derivado verbal, o forma no personal del verbo, muy querido por médicos y abogados. Para muchos profesionales, más que una palabra es un salvavidas que les permite flotar en el bravío mar de la sintaxis española. Muy equivocados están. No los salva de su peligrosa condición de náufragos porque el gerundio no es una muletilla ni un comodín y, como toda palabra bien nacida, aspira a que le den su lugar en la oración, a que respeten su linaje. No tolera ser adjetivo como en este ejemplo (otros medicamentos conteniendo), sino adverbio; podemos decir, por ejemplo, Habló conteniendo las lágrimas, pues responde a la función adverbial (¿cómo habló?), pero no debe construirse junto a un sustantivo. En este caso, tendrá que ser reemplazado con una construcción de carácter adjetivo (otros medicamentos que contenían esta droga).
Hay una observación más respecto del verbo poseer, predicado del sustantivo medicamentos. De acuerdo con el significado que se registra en el Diccionario académico, sólo debe aplicarse a personas, no a objetos. Además, ni su significado se adecua al contenido de la oración, porque los medicamentos no poseen grandes riesgos, los ocasionan. Luego, deberá repetirse el signo de porcentaje junto a cada número, no basta con indicarlo junto a la última cifra. La oración corregida es, pues, la siguiente: También se ha demostrado en estudios comparativos que otros medicamentos, que contienen esta droga, ocasionan grandes riesgos y tienen una eficacia tan sólo del 68% al 72%.

Ejemplo 4

La agencia estadounidense del medicamento (FDA) ha aprobado una vacuna para la gripe en forma de spray...

De acuerdo con lo que hemos dicho, no se aprueba una vacuna para la gripe, sino contra la gripe o antigripal, para evitar la gripe o para prevenirla. Aún más, la vacuna no puede tener forma de spray; su envase tendrá atomizador o pulverizador, dos palabras muy nuestras para reemplazar el anglicismo.

Ejemplo 5

El glaucoma es una enfermedad que ocurre cuando aumenta la presión dentro del ojo por una falla en el drenaje natural del humor acuoso.

No es feliz el uso del verbo ocurrir. La oración debería decir: El glaucoma es una enfermedad que se origina en el aumento de la presión dentro del ojo por una falla en el drenaje natural del humor acuoso.

Ejemplo 6

Si de la preposición para se trata, hay mensajes que alborotan e injurian los significados. No falta quien entra en una farmacia y pregunta: «¿Hay vacuna para la varicela?»; «¿Llegó la vacuna para la gripe?». Otros se atreven a pedir "veneno para las hormigas, para las ratas, para los ratones, para las cucarachas" y hasta repelente "para arañas y murciélagos". Tal vez, cumplen el encargo de ayudarlos a apurar su muerte.

La televisión ya no oculta nada, y azorados escuchamos a un médico que dice: «Trabajamos para el envejecimiento facial». Pero aquí no termina el escándalo, pues en la Internet se promociona un «drenaje facial para envejecimiento cutáneo»; un seminario se titula «Tratamiento Top para el Envejecimiento Cutáneo», y el insólito Tema 3 de un Curso de Especialización en Cirugía Plástica lleva por título «Cirugía del Envejecimiento Facial», como si éste fuera una parte del cuerpo, significado que refrenda este otro sintagma: «para corregir los cambios ocurridos en el envejecimiento facial».

No conformes, ofrecen tratamientos antiedad, medicamentos antiedad, píldoras antiedad, vacuna antiedad 2005, terapia antiedad, productos corporales antiedad, base humectante antiedad, milagroso suero antiedad, crema antiedad antioxidante, la crema de Susana Giménez antiedad, cremas antiedad de alto impacto, antiedad para perros y para gatos, y hablan de un hotel antiedad, de experiencia antiedad, de belleza antiedad, de servicios estéticos antiedad, de reportaje especial antiedad, de ocho genes antiedad, de veintidós trucos antiedad, de una nueva coenzima antiedad, de soluciones antiedad, de dieta antiedad y de investigación antiedad. ¿Por qué usan el anglicismo (antiage, antiaged, antiaging) en lugar de nuestro eficaz adjetivo rejuvenecedor/rejuvenecedora, o de los sustantivos antiarrugas o antienvejecimiento.

Edad no es sinónimo de vejez; es —según el Diccionario académico— ‘cada uno de los períodos en que se considera dividida la vida humana’. El prefijo anti- denota ‘opuesto’, ‘con propiedades contrarias’ (anticongestivo, antitusígeno, antivirus). La palabra así usada significa ‘contra la edad’, que no es lo mismo que decir contra las consecuencias de la edad avanzada. Entonces, si nos quitan la edad, ¿qué nos queda? Por eso, cuando leemos Lucha antiedad: Estrategias de éxito para seguir siendo joven, agregamos en el más allá. Como broche de oro, una receta casera: «Para el envejecimiento facial: colocar una cebolla cortada en redondo, embebida en vinagre. Colocar unos minutos sobre la piel». Después de esos imperativos espurios —«colocar, colocar»—, sólo Dios sabrá lo que queda de la pobre cara.

La prensa tampoco es ajena a estas impertinencias lingüísticas. En un diario catamarqueño, aparece un titular sorprendente: Tomó veneno para encontrarse con su novia. El fin, ¿justificaría los medios? Parece que beber un licor espiritoso para estimularse, para adquirir valor, ya no surte efecto.

Un aviso recomienda de forma incompleta:

Haga yoga como ayuda para la presión arterial.

¿Querrá decir para disminuir la hipertensión arterial?

Reflexionemos ahora sobre estos espejos del delirio sintáctico y léxico:

En caso de caspa, se utilizará shampoo para la caspa en lugar de shampú para cabello graso.

Caspa más caspa, mucha más caspa. Que no crea el docto dermatólogo que por usar la palabra inglesa shampoo —luego semiespañolizada shampú en la misma oración— la caspa desaparecerá. Deberá recomendar, entonces, un champú contra la caspa en lugar de un champú contra el cabello graso.

Lo mismo ocurre en los siguientes textos, donde se escribe lo contrario de lo que se promociona:

Loción para la caída del cabello, seborrea y reposición del cabello.

La preposición para anuncia «tres virtudes» en una sola loción, a fin de que el usuario goce de todas las experiencias: caída del cabello; seborrea o aumento patológico de la secreción de las glándulas sebáceas de la piel, y nuevo crecimiento del cabello, es decir, otoño, invierno y primavera. La voz reposición no es la adecuada en este contexto porque nadie vuelve a poner nada en la cabeza del desdichado que usó el producto ni a reemplazar lo que le falta, salvo que, ante el fracaso, no le quede otro camino que el del trasplante capilar. Entonces, la oración correcta es: Loción contra la caída del cabello y contra la seborrea. No podemos dejar de repetir la preposición contra porque, de lo contrario, se cae también la seborrea. Además, aunque es redundante, podemos agregar con intención optimista, como para animar a los calvos no resignados: Estimula el crecimiento del cabello.

La preposición para continúa haciendo estragos en el cabello y propicia una redacción que no puede refrenarse por lo violenta:

  • Para la caída del cabello I: Rallar una cebolla y usar el jugo mezclado con jugo de limón y una gota de aceite y diente de ajo machacado. Aplicar por la noche protegiendo con una toalla y a la mañana lavar con agua fresca.
  • Para la caída del cabello II: Mezclar medio litro de vino blanco con varias ramas de perejil y una yema de huevo batido, dejar reposar al sol durante 2 semanas y aplicar al cuero cabelludo, dejando actuar 10 minutos y enjuagar.

Se lleva los aplausos «una yema de huevo batido»: si se bate el huevo, ¿cómo se extrae la yema? ¿Habrá querido decir, acaso, «batida»? Y si no hay dos semanas seguidas con sol, ¿no tendrá reposo?

Ejemplo 7

Crema rejuvenecedora para el cutis y las arrugas.

Cuando leemos este aviso, podemos preguntarnos si las arrugas están fuera del cutis. Si cutis es la ‘piel que cubre el cuerpo humano, principalmente la del rostro’, y las arrugas aparecen en la piel, con nombrar el cutis es suficiente. Además, el adjetivo que acompaña al sustantivo crema lo dice todo: Crema rejuvenecedora para el cutis. No es necesario agregar arrugas; sin nombrarlas, el adjetivo rejuvenecedora ya indica que las tenemos. Pero si de arrugas se trata, la publicidad se esmera hasta tal punto en hablar de ellas, que engendra textos electrónicos como éste:

Formula para arrugas de calidad internacional.

Ya la palabra inicial formula, sin tilde, desacredita el aviso, lo estigmatiza. Otra vez la preposición para promociona la formación de arrugas, pero no cualquier tipo de arrugas, sino las de calidad internacional. ¡Sorprendente discriminación creada por un anacoluto inoportuno! ¿Habrá arrugas de calidad nacional, regional o local? Sin duda, la inconsecuencia en la construcción de la oración altera su significado. Aquí conviene decir un refrán quijotesco: ...cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen. Una palabra fuera de lugar descalabra todo sentido. Cuesta tan poco decir Fórmula de calidad internacional contra las arrugas. Después, agrega:

Disminuye expresión de arrugas y pliegues.

El verbo, bien conjugado, nos pone en tema, pero las arrugas no pueden expresarse; en todo caso, aparecen y transparentan despiadadamente nuestra edad. ¿Se referirá el luminoso autor del aviso, quizá, a las arrugas de expresión, mejor llamadas arrugas gesticulares o de gesticulación? Entendemos que así es. Si reflexionamos sobre el uso de la lengua en este mensaje, suponemos que ha querido decir: Disminuye las arrugas gestuales y los surcos.

Ejemplo 8

Muchas veces la relación de la persona con la enfermedad es tan estrecha, tan familiar, tan afectiva, que se escriben oraciones como ésta:

Te agradeceré si podés aconsejarme sobre la alimentación para los divertículos.

Como si tuvieran boca, lengua y dientes, los divertículos tienen que alimentarse debidamente. El sustantivo divertículo proviene del latín y denota ‘desviación de un camino’. El autor de esta oración desvió tanto el camino que no advirtió que debía expresarla así: Te agradaceré si podés aconsejarme acerca de la alimentación que deben ingerir las personas que tienen divertículos.

Ejemplo 9

Investigadores han encontrado una forma de transformar células madre neurales en células productoras de insulina, un descubrimiento que podría conducir un día a una posible cura para tratar a la diabetes, la enfermedad del azúcar en la sangre.

Como la diabetes no es una persona, debemos tratar la diabetes, no a la diabetes; además, ésta no es la enfermedad del azúcar en la sangre, pues tener azúcar en la sangre no es una enfermedad; todos tenemos algo. Además, ninguna enfermedad tiene sangre que contenga azúcar; es la enfermedad ocasionada por el aumento del azúcar o de la azúcar en la sangre, ya que la palabra es de género ambiguo (masculino y femenino). Nuevamente, la economía verbal conduce a la impropiedad.

Ejemplo 10

[...] algunos pacientes con componente ansioso importante pueden presentarse inquietos, agitados y con un habla rápido y nervioso.

No cabe duda de que decir con componente ansioso importante tiene un empaque que no reemplaza el sintagma algunos pacientes muy ansiosos, pero ¡cuántas palabras nos ahorraríamos y con qué claridad expresaríamos lo que tenemos que comunicar!

El habla no puede ser rápido y nervioso porque habla es un sustantivo femenino. El artículo el que suele acompañarlo no es masculino, sino artículo femenino del español antiguo (illa > ela > el’ > el). Este artículo se usa ante sustantivos que comienzan con a tónica. En este ejemplo, el adjetivo indefinido un se apocopa por analogía, no por cacofonía, pues es posible decir correctamente una habla. Entonces: ...algunos pacientes muy ansiosos pueden presentarse inquietos, agitados y con un habla rápida y nerviosa.

Ejemplo 11

Vea nuestros productos de efectividad comprobada y obtenga información importante sobre alimentación de los expertos de nuestro Consejo Médico.

Nuevamente la falta de orden de las palabras en la oración cambia su significado. La oración correcta es: Vea nuestros productos de efectividad comprobada y obtenga de los expertos de nuestro Consejo Médico información importante sobre alimentación.

Aunque, por influencia del inglés, efectividad está registrada en el Diccionario académico con el significado de ‘eficacia’, éste es el sustantivo que mejor expresa lo que se pretende decir.

Hace un momento, dejamos a don Quijote casi sano después de beber el «santísimo» bálsamo de Fierabrás y a Sancho, molido y quebrantado, entre borrasca y borrasca, como la que padecimos nosotros en medio de esa aventura cotidiana de errores que nos declaran en emergencia lingüística. Por la gravedad de nuestros errores, necesitamos, sin duda, grandes cantidades del milagroso mejunje. Pero Dios que da la llaga, da también el remedio, y nunca es tarde para rehacer el camino y aprender a cuidar de nuestra lengua desde ese meditado silencio que predice el despertar de cada palabra hasta la eternidad terrenal de sus significados, hasta comprender que es poesía tanto en el más sencillo diálogo como en el más sesudo trabajo intelectual. Comunicarnos bien significa pensar bien, sentirnos bien, gozar de buena salud espiritual. Hablar y escribir bien es trabajar arduamente en «la formación del espíritu» para recuperar los valores que sostienen nuestra condición de hombres, para celebrar agradecidos el don de comunicarnos, para decir con don Quijote: «...podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible».

 


Alicia María Zorrilla es doctora en Letras; miembro de número de la Academia Argentina de Letras; miembro correspondiente de la Real Academia Española; presidenta y directora académica de la Fundación Litterae.
Artículo publicado en la revista argentina Idiomas y Comunicación