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Brasil y el castellano americano

Brasil y el castellano americano

Por Mempo Giardinelli
Desde Cuiabá, Brasil (Clarín)

A partir de 2010 en Brasil será obligatoria la enseñanza del castellano, y eso ya ha disparado una movilización educativa fenomenal. Se calcula que en el enorme vecino hará falta capacitar a unos 200 mil docentes para enseñar nuestra lengua aunos 40 millones de estudiantes por año. Nada menos.

Por eso el XII Congreso Brasileño de Asociaciones de Profesores de Español se reunió recientemente en Cuiabá, la capital del estado brasileño de Mato Grosso, con la asistencia de centenares de profesores de todas las universidades de ese país, para avanzar en la preparación de una respuesta adecuada a tan formidable desafío.

Es obvio que la Argentina no puede quedar al margen de semejante y ciclópeo emprendimiento. Por razones culturales pero también políticas, económicas y sociales, nuestro país debe brindar un apoyo consistente en materia educativa y cultural. De hecho, y por eso mismo, la Secretaría de Cultura de la Nación declaró de interés este evento (digámoslo rápido antes de que alguien se exaspere), como también están al tanto el Ministerio de Educación, el INCAA, la Cámara Argentina del Libro e incluso la cancillería, a través de nuestro consulado en Sao Paulo.

"Todo eso nos viene muy bien —dice Víctor Barrionuevo, un catamarqueño radicado en Brasil hace treinta años, propietario de la Librería Española e Iberoamericana de esta ciudad y uno de los directores de la casa IBEP-Editora Nacional—, pero estamos lejos del fenomenal desembarco español".

Así se refiere a la decidida presencia de España en el asunto, cuyo gobierno asesora al brasileño, su embajada trabaja a pleno junto a los docentes y sus empresas se preparan comercialmente agresivas, a punto tal que ya en estos días la editorial número uno del Brasil es española.

"En 2008 saldrán licitaciones públicas para los dos niveles de primaria —continúa Barrionuevo— y eso significará ofrecer millones de libros de enseñanza del español como lengua extranjera obligatoria. España tiene una excelente política de Estado para promover que se enseñe su lengua pero de acuerdo a sus propios moldes de enseñanza, lo que abre el camino a una perspectiva lingüística de sello europeo y no latinoamericano. Están en su derecho de hacerlo, pero entonces depende de nosotros que la interculturalidad latinoamericana esté también presente".

Y se apasiona, certero: "¿Cómo enseñar el castellano en Brasil sin incluir el Mercosur, por ejemplo, o el acuífero guaraní o el reconocimiento a las etnias originarias?"

Queda claro que a lo que Brasil debe acceder, en verdad, es al castellano que hablan todos sus vecinos: el castellano del Mercosur o castellano americano.

A esto se refirió quien firma esta página, invitado a pronunciar uno de los dos discursos de clausura de dicho congreso (el otro estuvo a cargo de la narradora chilena Ana Pizarro), en lo que fue una oportunidad extraordinaria para evaluar el habla de nuestros pueblos y la vinculación entre las lenguas que trajeron los conquistadores de España y de Portugal.

Se calcula que en casi un 90% las palabras de uno y otro idioma son comunes. Por origen latino, y peninsular, esa fraternidad conlleva una poética, y sobre todo una manera de concebir y de mirar el mundo, que nos une por encima de las diferencias que también existen y más allá de algunas circunstancias políticas y económicas que no siempre nos hermanaron.

De hecho, y por eso mismo, los latinoamericanos de Sudamérica ya tenemos una lengua fronteriza popular, aún imperfecta pero muy expresiva y creciente, que se llama "portuñol". Todavía balbuceante y aún sin teoría, este idioma es un híbrido muy poderoso que es utilizado por decenas de millones de latinoamericanos en las extensísimas fronterizas que Brasil tiene con la Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

Por ahora es impresionante la cantidad de cursos de portugués que se ofrecen en docenas de ciudades del Nordeste argentino (aunque todavía estamos lejos de que aquí se imponga su estudio obligatorio), así como los cursos de español que se dictan en Brasil.

Pero elevar la calidad del castellano que se habla en nuestra América y ayudar a la vez a que Brasil entre al castellano americano es una tarea esencial y urgente que depende de nosotros, de nuestras autoridades educativas, culturales y económicas, y también de nuestro empresariado nacional o lo que queda de él.

No se trata de competir con España ni con los demás países hermanos que ya están advirtiendo y evaluando esta misma, gigantesca tarea. Pero sí se trata de no quedarnos afuera. Los argentinos ya hemos perdido demasiados trenes como para bajarnos también de éste.