‘Yutuximab’ y el búho sabio de Monterroso
José Antonio Sacristán, José Ramón Zárate, María Galán y Fernando Navarro en la presentación del V tomo de Medicina en español, de “Diario Médico” y la Fundación Lilly
Se titula Los otros seis y es un cuento breve recogido en La oveja negra y demás fábulas, del maestro de la minificción Augusto Monterroso. “Dice la tradición que en un lejano país existió hace algunos años un búho que a fuerza de meditar y quemarse las pestañas estudiando, pensando, traduciendo, dando conferencias, escribiendo poemas, cuentos, biografías, crónicas de cine, discursos, ensayos literarios, y algunas cosas más, llegó a saberlo y a tratarlo prácticamente todo en cualquier género de los conocimientos humanos, en forma tan notoria que sus entusiastas contemporáneos pronto lo declararon uno de los Siete Sabios del País, sin que hasta la fecha se haya podido averiguar quiénes eran los otros seis”.
Fernando Navarro se parece mucho a ese búho sabio del agudo Monterroso. Especialista en Farmacología Clínica, políglota, miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia de Medicina de Salamanca, fundador de la revista Panacea y de la plataforma Cosnautas ‒de recursos profesionales para la traducción y la redacción médicas‒, socio de honor de Tremédica (Asociación Internacional de Traductores y Redactores de Medicina y Ciencias Afines), de Asetrad (Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes) y de la Asociación Internacional de Profesionales de la Traducción y la Interpretación, director técnico del Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina, autor de cientos de artículos sobre medicina y lenguaje, y desde hace quince años colaborador de Diario Médico en la sección ‘Laboratorio del Lenguaje’.
De todos modos, él prefiere definirse como ‘médico de palabras’. “Soy médico de formación, pero ejerzo de periodista biosanitario, de lexicógrafo, de filólogo, de traductor profesional… Mi prisma esencial es el de médico, pero sin pacientes. Mis pacientes son las palabras. Por eso prefiero médico de palabras”.
Un canto a las palabras
Hace unos días volvió a reunir a 300 personas a través del ciberespacio, salvo unos pocos presenciales a causa de las limitaciones pandémicas, para presentar, gracias una vez más al patrocinio de la Fundación Lilly, el quinto tomo de Medicina en español, una nueva recopilación de sus artículos periódicos en Diario Médico. Citando a Chesterton –“lo divertido no es lo contrario de lo serio sino de lo aburrido” –, destacó el capítulo dedicado a explorar los puntos de confluencia entre humor, lenguaje y medicina, y los artículos relacionados con la pandemia que ocupan casi un tercio del libro.
“Mi objetivo ‒dijo‒ es acercar a los médicos el placer de las palabras, entonar un canto a la belleza y a la riqueza de nuestro lenguaje especializado; también a la importancia del lenguaje escrito”. Porque las palabras, “si las escuchamos con atención, nos hablan al oído. Si yo invento un nombre de un fármaco que no existe, yutuximab, no tengo que ir a un diccionario para saber lo que significa: sé que es un anticuerpo monoclonal porque acaba en mab, nos dice también que es un anticuerpo quimérico (xi) y que se utiliza para acabar con el cáncer (tu, de tumor). Todo eso evoca yutuximab, a cualquier médico del mundo”.
Pero el poder de las palabras es tal que de ellas dependen la verdad y la mentira. “Un dilema ético crucial en medicina es el que trata de hasta qué punto un médico debería decir siempre a su paciente toda la verdad y nada más que la verdad”. Fernando Navarro aludió aquí al libro autobiográfico de Mariam Suárez, “hospitalizada primero en España, donde le mienten descaradamente, y luego en los Estados Unidos, donde le dicen la verdad descarnadamente”.
Otro ejemplo sobre la fuerza de las palabras recogido en el libro: un estudio clínico con 400 mujeres con carcinoma ductal in situ, es decir, con pocas probabilidades de malignización, en el que, para informar, los médicos utilizan las mismas palabras en tres escenarios distintos excepto una o dos que sustituyen por sinónimos. Las pacientes podían elegir entre cirugía, tratamiento farmacológico de por vida o simple conducta expectante con mamografías de control cada seis meses. Les explican las posibilidades de supervivencia de cada una de las opciones al cabo de diez años, así como los efectos secundarios respectivos. Pues bien, el grupo de las mujeres que oyeron la palabra ‘cáncer’ optó más por la cirugía que el resto. “Cambiando una palabra, un médico puede hacer que un paciente decida sobre algo en lo que le va la vida; solo una palabra”.
Interrogantes pandémicos
“La historia, fuerza y origen de los vocablos son foco de atención en este libro –precisó José Antonio Sacristán, director de la Fundación Lilly, que condujo la presentación y el coloquio–, en el que el autor da respuesta además a los ‘interrogantes pandémicos’ de manera brillante, y no exenta de una cercana, cálida y humilde erudición”.
Durante el año pasado, Navarro y otros tres traductores recopilaron, y lo siguen actualizando, un Glosario de covid-19 inglés-español, con casi 6.000 lemas, en su última versión, relacionados con los aspectos médicos, biomoleculares, virológicos, farmacológicos, económicos, epidemiológicos y sociales de la covid-19, del SARS-CoV-2 y de los coronavirus en general.
Recordando un programa de la serie Las palabras, de la periodista Mar Abad, en el que comparaba los nombres antiguos de las enfermedades infecciosas (peste bubónica, tabardillo, cólico miserere, cólera morbo, soldado de Nápoles, garrotillo…) frente a los de ahora, como covid-19, SARS-CoV-2, “nombres que parecen robots de la Guerra de las Galaxias”, se remontó a un artículo del año 2015 en el 'Laboratorio del Lenguaje' en el que, debido a la corrección política establecida por la OMS y otros organismos internacionales, ya vaticinó: “Se avecinan tiempos de epidemias con nombres más bien tirando a sosos y aburridos (ah, y siglas, muchas siglas, que no molestan a nadie, resultan muy cómodas para los anglohablantes y ya casi nadie se atreve a traducir del inglés)”.
El 'rebaño' de Google
En el coloquio, María Galán Barrera, traductora e intérprete y ex presidenta de la Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes, se refirió a la dificultad de enfrentarse a la presión del inglés y de los buscadores. “En marzo del año pasado alguien se apresuró a traducir herd immunity por 'inmunidad de rebaño', en lugar de inmunidad colectiva o de grupo. Era la traducción automática que daba Google, la primera acepción. Y una vez que empieza a expandirse ya no hay manera de corregirla”. Remarcó por eso el rigor lingüístico, la claridad y precisión que requieren cualquier traducción. Y si bien “toda traducción es especializada, el mayor acervo de la medicina que lleva siglos acuñando e incorporando términos supone una dificultad añadida”.
En este sentido, Fernando Navarro recordó que “la jerga médica, con su medio millón de términos, en comparación con otros vocabularios especializados es la más abigarrada, innovadora y cambiante de todas. No sé si nuestro lenguaje especializado plantea más dificultades, pero sí que es más antiguo, rico y complejo que ningún otro”.
Aunque ahora la mayoría de avances médicos vienen en inglés, el vocabulario médico en español ha ido incorporando y adaptando neologismos de muchas lenguas: “El español es muy permeable y se adapta muy bien a los neologismos”, añadió María Galán. “Jarabe procede del árabe, embrión del griego, bisturí del francés, médico del latín…”. La medicina es un saber tan amplio que “obliga incluso a los traductores a especializarse en disciplinas concretas, de la estadística a la microbiología. De ahí que los traductores, tan invisibles muchas veces, tengamos que estar formándonos continuamente, documentándonos, para no traicionar el lenguaje tanto de un prospecto como de un manual científico y no confundir por ejemplo inmunitario con inmunológico”.
La más humana de las ciencias
Es una multidisciplinariedad que domina Fernando Navarro en sus artículos: “Los que más me gusta escribir son los que combinan la medicina y su lenguaje con la historia, la etimología, los viajes, la música, el humor, la literatura, el cine, etc.”. Y cita tres ejemplos extraídos del libro: la vinculación del lupus de House con los lupanares, la de un cuadro renacentista italiano de Caroto con una cromosomopatía, y la acromegalia con los acróbatas y con las películas de Shrek.
“Si tuviera que elegir la favorita que aparece en este quinto tomo me decantaría por agar, el medio de cultivo más importante en microbiología. No procede del griego ni del inglés sino del malayo; y su historia me permite viajar a Java y Borneo, a Nueva Amsterdam (hoy Nueva York), a las recetas de un ama de casa y llegar al laboratorio de Robert Koch en Berlín, todo eso en dos minutos de lectura”.
Y junto a ese caleidoscopio de extrañas parejas, vocablos olvidados, dudas razonables, jergas, médicos escritores, errores, anglicismos y curiosidades asombrosas del lenguaje médico, como el desplome de las ventas de la cerveza mexicana Corona por culpa del coronavirus, late el empeño del autor de “conseguir que la medicina vuelva a ser la más humana de las ciencias y la más científica de las humanidades. Con el espectacular desarrollo científico-técnico en los últimos cincuenta años, hoy muchos estudiantes dirían que la medicina es una carrera puramente científica. Corre el riesgo de perder su faceta humana, pues la esencia de la medicina es el ser humano. Nada de lo humano puede entonces ser ajeno al médico, y ¿hay algo más humano que el lenguaje?”.
Es también, como concluyó José Antonio Sacristán, uno de los objetivos de la iniciativa MEDES-MEDicina en ESpañol, con la que la Fundación Lilly pretende “contribuir a mejorar el conocimiento y uso del lenguaje médico en español y a concienciar a la comunidad científica sobre la importancia de utilizarlo de forma apropiada y precisa. El lenguaje es uno de los instrumentos más importantes que tienen los médicos. Un lenguaje más rico y adaptado a nuestro idioma facilita que el conocimiento médico llegue mejor a los pacientes y contribuya a la práctica de una medicina más humanizada”.