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Lenguas indoeuropeas se extendieron con la
agricultura

08/09/2012

Juan Ignacio Pérez Iglesias Dos hipótesis compiten para ubicar el origen de las lenguas indoeuropeas. La clásica es la que sitúa dicho origen en las estepas pónticas, -al norte del Mar Negro, la cordillera del Caucaso y el Mar Caspio-, hace unos 6.000 años. La alternativa propone que surgieron hace entre 8.000 y 9.500 años en Anatolia, y que se extendieron a partir de ese momento por Europa y hacia la India, siguiendo la expansión agrícola del Neolítico.La hipótesis del origen estepario atribuye la expansión hacia Europa y el Oriente Próximo a pueblos de pastores seminómadas que han sido agrupados bajo la denominación de “kurganes”. Esa hipótesis se ha basado en estudios de “paleontología lingüística”, reconstruyendo términos de la “protolengua” ancestral y haciendo así inferencias acerca de la cultura y el ambiente de los hablantes. También se han basado en la existencia de supuestos préstamos tempranos entre las familias de lenguas indoeuropeas y las de lenguas urálicas del norte de Eurasia. Por su parte, las estimaciones de la edad de la familia indoeuropea basadas en modelos de evolución de vocabulario apoyan la hipótesis de su origen anatolio.Esas dos hipótesis han sido sometidas a contraste recientemente mediante un método (bayesiano) desarrollado originariamente para estudiar el origen de epidemias de virus a partir de secuencias moleculares. En vez de secuencias moleculares, el estudio de las lenguas se ha basado en el vocabulario y rangos geográficos de 103 lenguas indoeuropeas, incluyendo tanto las existentes en la actualidad como lenguas ya desaparecidas.Los resultados del estudio apoyan con claridad la hipótesis del origen anatolio y son consistentes con un inicio de la expansión de esas lenguas desde Anatolia hace entre 8.000 y 9.500 años, a la vez que se difundió la agricultura. Se trata, al parecer, de un escenario similar al propuesto para otras expansiones lingüísticas en el Pacífico, Sudeste asiático y África subsahariana, lo que pondría de relieve la gran importancia de la agricultura en la conformación de la diversidad lingüística en el mundo.Los autores del trabajo indican, no obstante, que no debe considerarse la expansión de la agricultura como el único factor impulsor de la extensión y la diversificación lingüística. Las cinco subfamilias lingüísticas principales, -célticas, germánicas, itálicas, báltico-eslavas e indoiranias-, habrían aparecido como líneas diferenciadas hace entre 4.000 y 6.000 años, de manera simultánea a ciertas expansiones culturales (documentadas en el registro arqueológico), entre las que se encontraba la expansión kurgana. Y dentro de cada subfamilia, las lenguas se habrían empezado a diversificar hace entre 4.500 y 2.000 años, mucho después de que la agricultura se hubiese expandido totalmente.Esta investigación pone de relieve que las “filogenias” de las lenguas pueden proporcionar información muy valiosa sobre la historia cultural de sus hablantes, y pueden permitir localizar las historias culturales en el tiempo y en el espacio con relativa precisión. En la medida en que esas reconstrucciones sean, además, consistentes con los datos de genética de poblaciones humanas, así como con la evidencia arqueológica y cultural, sus conclusiones serán mucho más sólidas y, por lo tanto, verosímiles.Hace cerca de un cuarto de siglo leí por casualidad un artículo de Colin Renfrew en Scientific American en el que explicaba su hipótesis acerca de la expansión simultánea de las lenguas indoeuropeas y de la agricultura. Recuerdo con claridad la idea de que los hablantes de esas lenguas fueron los que llevaron la agricultura hasta los lugares más recónditos de Europa. Aquella idea me cautivó. Me sigue cautivando todavía.