La policía de la lengua
ABCEl gallego Manuel Martín Ferrand, proclamaba que «no importa el idioma en el que hables. Lo que importa es que lo hagas desde el corazón», al dirigirse en castellano a la audiencia gallega, y perfectamente bilingüe, que asistió recientemente a la entrega del más que merecido premio Diego Bernal, que le concedió la Asociación de Periodistas de Galicia.Nada que ver con los talibanes de la imposición del gallego en la escuela, en la Medicina, en el comercio, los juguetes y hasta en las tumbas, como aquel parlamentario nacionalista que pretendía legislar para obligar a los gallegos a enterrar a sus deudos en el idioma políticamente correcto. Son los compañeros de viaje de la mesa por la normalización lingüística, una asociación que no ha terminado de salir de la irrelevancia pese a las jugosas subvenciones y prebendas que recibió del extinto bipartito y que alguien desde la actual administración debería empezar a cuantificar.Los partidarios de la policía de la lengua han reaccionado con tan escasos argumentos como excesos de virulencia a las bases de coexistencia de los dos idiomas oficiales de la Comunidad que intenta sacar adelante la Xunta para frenar su evidente deriva hacia el modelo catalán, ése en el que se llega al extremo de multar a los comerciantes que mantengan sus letreros en castellano.Junto a respetables defensores del gallego, la oposición al decreto que prepara la Xunta integra también, y me temo que sobre todo, a intelectualoides ensimismados, representantes de la cultura del pesebre, escribidores y escribientes de cámara, radicales en tropel y afanosos buscadores de votos en un batiburrillo tan confuso que sorprende sobremanera la debilidad anímica de algunos de los responsables de aplicar el bilingüismo cordial que defiende el Gobierno al que pertenecen.Tengo para mí que no puede hablarse de igualdad entre los dos idiomas mientras se sigan aplicando medidas como la obligatoriedad del uso del gallego en los documentos oficiales, se penalice el uso del castellano en las aulas, o se considere tan importante o más en unas oposiciones para personal médico y de enfermería la corrección idiomática que la experiencia científica.Personalmente, cuando acudo a mi cardiólogo, prefiero ver en sus paredes colgados los títulos que acreditan su dilatada experiencia y profundos conocimientos médicos que los que certifican su excelso conocimiento de gallego, inglés, castellano o mandarín.Y tengo para mí que comparten mi opinión muchos de los que se unen en manifestación con los que queman banderas.