twitter account

El idioma español no tiene nietos
en EUA

03/10/2010

EFEEl español tiene una presencia y una vitalidad extraordinarias en Estados Unidos pero los nietos de los inmigrantes hispanos que echaron raíces en el país ya no hablan la lengua de sus abuelos, porque las instituciones no han apostado por apoyar la enseñanza del castellano en las escuelas.Ése es, al menos, el diagnóstico del profesor de Lingüística de la Universidad de la Ciudad de Nueva York Ricardo Otheguy, coautor del manual de español para anglohablantes más utilizado en los institutos norteamericanos, quien resume la situación en una frase: «el español en Estados Unidos es una lengua que no tiene nietos».Otheguy ha participado esta semana en la reunión de los investigadores del Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español en España y América (PRESEEA) que se ha celebrado en la Fundación Comillas, en Cantabria, donde ha hablado con Efe de la pujanza de una lengua que, sólo en su ciudad, comparten más de dos millones de hablantes.A juicio de este lingüista de origen cubano, el «triunfalismo» con que la prensa y las instituciones hablan de la fuerza y el futuro del español en Estados Unidos «no es falso, pero hay que matizarlo mucho más».«Tiene esa vitalidad por el flujo migratorio, porque siempre llegan refuerzos nuevos, pero si cesara la inmigración en cuestión de 30 ó 40 años dejaría de existir. En la prensa se repite mucho que los Estados Unidos van camino de ser una sociedad bilingüe, pero yo no lo veo», sostiene.Ricardo Otheguy calcula que la tercera parte de la población de Nueva York es hispanohablante, teniendo en cuenta que a las cifras oficiales hay que sumar un buen número de inmigrantes indocumentados.Dos cadenas de televisión emiten 24 horas al día en español en la ciudad y la emisora de radio más escuchada, según las encuestas, es una de las seis que utilizan la lengua de Cervantes.Pero, según apunta este especialista, no hay manera de que el hispanohablante pueda educar a sus hijos en español, a no ser que se ocupe él mismo de ese cometido. «Y eso para un obrero es imposible», apostilla.La primera generación de inmigrantes habla la lengua de su tierra de origen, una gran parte de sus hijos también, pero ni lo leen ni lo escriben porque se han escolarizado en inglés, que ha pasado a ser la única lengua de la inmensa mayoría de los nietos.Según el fundador del Instituto para el Estudio del Lenguaje en la Sociedad Urbana, como regla general, en Estados Unidos no han existido hablantes de tercera generación de ninguna lengua y el castellano «no parece ser una excepción» debido a que las instituciones de España y América no han apostado por «una política de afincamiento».El chino tal vez corra mejor suerte porque, fuera del horario lectivo, profesores nativos imparten clases de ese idioma en las escuelas y los inmigrantes llevan a sus hijos, explica.Las autoridades de Estados Unidos, señala, han hecho «algunos intentos de educación bilingüe» que no han conseguido «echar raíces». Han estado, además, «muy sujetos a los vaivenes políticos: los gobiernos más de izquierdas la han facilitado pero los de derechas suelen pararla».Mientras tanto, los gobiernos e instituciones de España y Latinoamérica trabajan por que el español se convierta en la segunda lengua de los anglohablantes y tenga una presencia cada vez más fuerte en Estados Unidos, un esfuerzo que, según Otheguy, también está haciendo el sector privado, que ha visto un buen mercado en la numerosa comunidad hispana.El lingüista neoyorquino cree que «hay que estar preocupado» por la falta de apoyo institucional en el terreno educativo aunque reconoce que la tarea de impedir que los nietos olviden la lengua de sus abuelos es muy difícil.Ricardo Otheguy ha comprobado en sus investigaciones que la comunidad hispanohablante, que es de una gran diversidad, está «limando diferencias» en el uso de la lengua y es un enemigo declarado del término «spanglish».Y es que, a su modo de ver, los hispanohablantes se limitan a tomar prestados algunos términos, muy ligados a la cultura norteamericana, como ocurre, por ejemplo, en Perú con el quechua, pero el inglés no tiene la presencia estructural en el español de Estados Unidos que sugiere la palabra «spanglish».