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El Diccionario contribuirá a paliar pobreza léxica de los jóvenes

15/09/2005

Por Ana MendozaMadrid, 15 sep (EFE).- Con más de 40.000 voces y locuciones, representativas del español actual, el "Diccionario del Estudiante" ha sido concebido por las Academias de la Lengua de España e Hispanoamérica como un instrumento útil que puede contribuir a paliar "la pobreza léxica" de los jóvenes hispanohablantes.Así lo manifestó hoy el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, al presentar ante la prensa este diccionario que, editado por Santillana y con una tirada inicial de 150.000 ejemplares, se vende ya en las librerías españolas al precio de 20,90 euros. A primeros de 2006 comenzará a comercializarse en América.Los Príncipes de Asturias presidirán esta tarde la presentación oficial de la obra, en un acto que tendrá lugar en la Fundación Rafael del Pino -que ha aportado los más de dos millones de euros que ha costado el proyecto- y al que asistirán los directores de todas las Academias hispanoamericanas de la Lengua.Quedará así patente que este nuevo Diccionario, como subrayó el director de la RAE, forma parte de "la política lingüística panhispánica" que desde hace años llevan a cabo las academias y que ha permitido elaborar de forma conjunta obras tan importantes como el Diccionario académico, la nueva Gramática que se publicará en 2007 o el Diccionario panhispánico de Dudas, que verá la luz a principios del próximo noviembre.Según dijo Emiliano Martínez, director general del Grupo Santillana, en los países hispanohablantes hay 28 millones de estudiantes, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años. Es a ellos a quienes va dirigido el nuevo "Diccionario del estudiante", que, en sus más de 1.500 páginas, contiene el vocabulario fundamental que en su trabajo debe manejar un alumno de secundaria y bachillerato.Desde palabras tan coloquiales, y tan frecuentes entre los jóvenes, como "guay", "molar" o "mogollón" hasta otras cuya definición exacta quizá no se conozca como "dolomita", "palimpsesto", "daguerrotipia" o "avetoro", pasando por las del vocabulario científico y técnico más esencial.Se han desechado las voces que ya han caído en desuso, aunque se incluyen términos que sirven en la actualidad para designar realidades del pasado, como, por ejemplo, "califato", o "encomendero".Antes de seleccionar el vocabulario adecuado, se consultaron los planes de estudio de los diferentes países y se creó un banco de datos específico para la elaboración de esta obra, integrado por los libros de texto de todas las materias.Un equipo de nueve personas, dirigido por Elena Zamora, y asesorados por el académico Manuel Seco -autor del "Diccionario del español actual", entre otras obras-, ha tardado seis años en sacar adelante el diccionario, que es "de nueva planta" y cuyas 40.000 entradas han sido redactadas "de primera mano".Con una presentación tipográfica muy clara, combinando los colores azul y negro, el diccionario no se limita a ofrecer las definiciones de cada voz, sino que facilita numerosos ejemplos basados en el uso real, y contiene información acerca de normas fundamentales de corrección lingüística, así como sobre los aspectos gramaticales básicos.También se especifica cuándo una palabra pertenece al lenguaje culto, al coloquial o al jergal, y se hace saber si un término es malsonante. Incluye además apéndices sobre la conjugación de verbos regulares e irregulares, las principales reglas de ortografía y los numerales.El diccionario contiene una muestra significativa de voces del español de América, que permitirá a quienes lo consulten hacerse "una idea importante" de la lengua que se utiliza en el mundo hispánico, "más allá de las fronteras de cada país", dijo Humberto López Morales, secretario de la Asociación de Academias de la Lengua Española.Los usuarios de esta obra comprobarán que, pese a las diferencias que hay entre unos países y otros, "la coherencia y la unidad interna del español es abrumadora. Un chileno y un sevillano se entienden con facilidad", añadió López Morales.El Diccionario del estudiante, subrayó García de la Concha, "no es una obra menor". Ha sido concebido como "un instrumento sólido para configurar el léxico" de los adolescentes y jóvenes.El empeño de las Academias de la Lengua en hacer "una obra tan sólida y trabajada" como ésta "se deriva de la conciencia generalizada -no sólo entre los hispanohablantes, sino también en otras áreas lingüísticas- de la pobreza léxica de los jóvenes, debido, entre otros motivos, al predominio audiovisual" y a la poca afición a la lectura, afirmó."En España esa situación es grave. Nuestros jóvenes se expresan muy mal", reiteró el Director, para añadir que el "Diccionario del estudiante, por sí solo, no va solucionar esta situación pero sí puede contribuir a mejorarla.