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Apocalipsis lingüístico: las lenguas que sobrevivirán

14/10/2014
Hector G. Barnés

Como de costumbre, los deseos de la clase política y lo que realmente acontece siguen caminos muy diferentes. En este caso, son las expectativas lingüísticas de la Unión Europea las que difícilmente se cumplirán. Como explica en su página web, el deseo de la organización supranacional es de que “cada ciudadano europeo maneje dos lenguas adicionales” además de la materna. Una bienintencionada pero poco realista apuesta por el trilingüismo que tan sólo unos pocos ciudadanos han alcanzado.

La tendencia, como advierte Rihards Kalniņš, jefe de comunicaciones de Tilde, compañía letona de tecnología del lenguaje en un artículo publicado en The Guardian, parece apuntar en una dirección completamente opuesta. Frente a la reivindicación de las lenguas minoritarias y locales que sugieren las intenciones comunitarias, la realidad es que existe un puñado de lenguas que se emplea cada vez más en detrimento de otras muchas, que parecen condenadas a la extinción.

Es lo que ocurre, señala el autor en el artículo, con las lenguas locales de muchos países bálticos. Aunque, en teoría, Letonia es el segundo país más políglota de la Unión gracias a la capacidad bilingüe del 95% de la población y la trilingüe del 54%, unos porcentajes semejantes a los presentados por Lituania y Estonia, “si preguntas a la mayor parte de profesionales qué idioma utilizan, obtendrás una respuesta muy diferente”.

“Los bálticos multilingües te dirán que están empezando a utilizar una proporción cada vez mayor de palabras en inglés cuando explican los aspectos técnicos de su trabajo, mezclando la terminología inglesa con su lengua local”, explicaba Kalniņš, que recordaba, una vez más, que la globalización ha provocado que unos pocos idiomas se conviertan en la lengua franca de los negocios. “El inglés se está convirtiendo cada vez más en la lengua de la sala de juntas y de la presentación de productos, inclinando la balanza lingüística”.

Buenos tiempos para el español, el árabe, el ruso y el chino

Lo que Kalniņš manifiesta no es tan diferente de lo que planteó un informe publicado por la Universidad de Manchester en el verano de 2012. Según la investigación, en la que participaron más de 200 expertos, un gran número de lenguas europeas estaba a punto de enfrentarse a la “desaparición digital”. Con dicho nombre definían a la extinción de lenguas por la simple utilización de la tecnología, tanto como una forma de comunicación como a la hora del diseño del software.

Por otra parte, sigue existiendo un puñado de lenguas que dominan el mundo y, especialmente, la red. No sólo el inglés, sino también el español, el árabe, el chino y el ruso, que entre todas ellas suponen entre el 30 y el 50% de los contenidos de la red y que, por lo tanto, obligan a su conocimiento a los habitantes de otros países donde no se hablen dichas lenguas.

Un informe de la Unesco abogaba por la pluralidad lingüística recordando que el 97% de la población mundial habla el 4% de lenguas, mientras que el 96% son empleadas únicamente por el 3% del planeta. El volumen advertía que alrededor de 6.000 lenguas están perdiendo a sus usuarios, por lo que corren el riesgo, agravado por la red, de que el 90% de ellas sean reemplazadas por las lenguas dominantes. El sueño del esperanto parece haberse cumplido sin tener que crear una lengua artificial. Simple darwinismo lingüístico.

Las lenguas europeas se hunden

El informe realizado por la Universidad de Manchester ponía de manifiesto que las lenguas que corrían un mayor peligro de desaparición eran el islandés y el maltés, pero también el lituano y el letón, aquellas que precisamente se emplean en países con un mayor nivel de multilingüismo. En un nivel más bajo se encontraban el búlgaro, el griego, el húngaro y el polaco, que compartían con el vasco y el catalán la calificación de lenguas con “apoyo fragmentario”, lo cual las situa en posición de riesgo.

En el otro lado de la balanza se encontraba, evidentemente, el inglés, pero también el alemán, el francés, el español y el italiano, que eran clasificadas como lenguas con “apoyo moderado”. Sin embargo, la investigación concluía que hasta 21 lenguas se encontraban en riesgo de desaparición si no se tomaban medidas rápidamente.

“La brecha entre lenguas ‘grandes’ y ‘pequeñas’ se hace cada vez más grande”, aseguraba el informe. “Tenemos que asegurarnos de que equipamos a todas las lenguas pequeñas y con menos recursos con la tecnología necesaria, de otra manera estarán condenadas a la extinción digital”. El problema, argumentaba la UNESCO, es que la desaparición de las barreras físicas y legales ha obligado a hacer desaparecer otro tipo de barrera, la lingüística, lo que ha favorecido a unas lenguas frente a otras.

Sin embargo, sugiere la argumentación de Kalniņš, puede tratarse de un problema de adaptación. Las lenguas se desarrollan en un sentido u otro en función de aquello que deban conceptualizar, y ahí está para ilustrarlo el célebre ejemplo de las decenas de palabras que poseen los esquimales para referirse a la nieve. La falta de recursos de algunas lenguas (como es el caso del letón) para referirse a términos tecnológicos o de negocios puede marcar su suerte.

La solución pasa, precisamente, por intentar que esas lenguas al borde de la desaparición puedan incorporar aquellas palabras que las permitirían competir con el inglés o el español y, de esa manera, constituirse como una alternativa en el mundo de los negocios. Como aseguraba en el estudio la directora de NaCTeM (Centro para la Explotación de Datos de la Universidad de Manchester) Sophia Ananiadau, “es vital que el lenguaje tecnológico sofisticado esté disponible para un número más amplio de lenguas”.