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El curioso caso del idioma maltés, única lengua semítica de la Unión Europea

Vista aérea de La Valletta, en Malta / Karina Movsesyan – Shutterstock

Guillermo Carvajal

 La peculiar situación de Malta, en mitad del Mar Mediterráneo y a medio camino entre África y Europa, confirió al país (que en realidad son tres islas: Gozo, Comino y la propia Malta) unas características culturales singulares dentro del ámbito europeo. En ella se encuentran templos megalíticos levantados en el IV milenio a.C. por una cultura que desapareció milenio y medio después.

Hacia el año 700 a.C. las islas fueron colonizadas por los fenicios, y en 218 a.C. llegaron para quedarse los romanos (se sabe que San Pablo naufragó en Malta cuando lo llevaban preso de camino a Roma en el año 55 y pasó allí tres meses). A estos les siguieron los bizantinos en el siglo VI d.C., y más tarde en el 870 d.C. los aglabíes del emirato norteafricano de Ifriqiya en Túnez. La presencia musulmana en Malta continuó con el Califato Fatimí y el Emirato de Sicilia, que dominó la zona desde el año 909 d.C., hasta que las islas fueron conquistadas por los normandos en 1091.

Más de 200 años de presencia musulmana, sobre todo a partir de la repoblación de la ciudad principal de Mdina en 1048, dejaron una impronta profunda. El cultivo de productos como el algodón y los cítricos junto con nuevas técnicas de irrigación se introdujeron en esta época en las islas. Y buena parte de los nombres de lugares malteses tienen su origen en aquellos años.

Pero quizá una de las herencias más singulares es el idioma maltés. La legua hablada en el Emirato de Sicilia, al que pertenecía Malta, era el sículo-arábigo o árabe coloquial siciliano, un dialecto del árabe que a su vez procedía del árabe magrebí hablado por los conquistadores tunecinos. El sículo-arábigo se extinguió en el siglo XIII, con Sicilia ya bajo dominio normando, pero persistió en Malta, donde se fue desarrollando de manera aislada e independiente.

A la base sículo-arábiga, que supone cerca de un tercio del vocabulario, se fueron sumando influencias y préstamos de otras lenguas como el italiano, siciliano (romance), español, catalán y griego y, algo más tarde el inglés. Alrededor de la mitad del vocabulario es de origen italiano y siciliano.

Así, sufrió un proceso de latinización por influencia de las lenguas románicas que hizo que su escritura fuera en caracteres latinos al menos de forma generalizada a partir del siglo XVIII. No se sabe si anteriormente pudo ser escrito con caracteres árabes, porque no ha sobrevivido ningún documento que lo demuestre.

No obstante, el primer ejemplo que se conserva de la grafía latina es ya de finales de la Edad Media, aunque también se escribió ocasionalmente con caracteres hebreos, al menos hasta la expulsión de los judíos en 1492. Ello convierte al maltés en una rareza única en el mundo, la única lengua semítica estandarizada (hebreo, árabe, fenicio, etíope, etc.) que se escribe actualmente con caracteres latinos.