¿Sabías que “deseable” e “indeseable” tienen etimologías diferentes?
Es curioso que dos palabras tan próximas como “deseable” e “indeseable” tengan etimologías diferentes. Cualquiera diría que la segunda se forma anteponiendo el prefijo in- a la primera, como es habitual en la morfología española.
Sin embargo, aunque “deseable” está atestiguado desde el siglo XIV, no se registra en los corpus españoles ningún caso de “indeseable” hasta comienzos del siglo XX, lo que debería llamarnos la atención.
En 1910 se aprobó en Canadá una ley de inmigración por la que se negaba la entrada al país a “undesirable inmigrants” (inmigrantes indeseables), entre los que se contaban prostitutas, proxenetas, vagabundos y ex-reclusos de cárceles, hospitales y manicomios. Con base en esa norma, un año más tarde se registró una expulsión masiva de undesiderable inmigrants, que suscitó
protestas en muchos países, de gente que consideraba que se trataba de una ley “discriminatoria” y “racista”, con la que en realidad se buscaba evitar la llegada de inmigrantes pobres o de ciertos grupos étnicos. En los comentarios de la prensa en español de la época, la palabra “undesirable” fue traducida con el vocablo “indeseable”, por entonces inexistente en español, pero que a partir de entonces pasó a ser el antónimo de “deseable”. Ahora bien, “deseable” se formó a partir de deseo, que provenía del latín vulgar “desĭdĭum” ‘deseo erótico’ y este, del latín clásico “dēsĭdĭa”, que en Virgilio se asociaba con la indolencia y la pereza. Este origen de “deseo” es el mismo del portugués “desejo”, el italiano “desìo” y el catalán “desig”, entre otras lenguas romances.
El vocablo inglés “undesirable”, en cambio, proviene del francés “désir”, y este del latín “dēsidĕrium”. Es otra etimología.
Fuentes:
Albert Dauzat. Dictionnaire d’Étymologie (1964).
Eric Partridge. Origins (1966).
Joan Corominas. Diccionario crítico etimológico (1980).
Université de Lorraine. Trésor de la Langue Française Informatisé (online).