Traductores multilingües y el futuro de los idiomas
La rapidez de los avances tecnológicos no deja al margen ningún campo de la sociedad. Los idiomas, como elemento clave de las comunidades y a la vez "barrera" que históricamente ha complicado el entendimiento verbal entre ellas, no podían quedarse atrás. Las lenguas están viviendo su propia revolución digital, y podemos verlo en el caso de la reciente llegada de traductores multilingües basados en Inteligencia Artificial, capaces incluso de traducir a tiempo real más de 15 idiomas. Parece ciencia ficción, pero estos dispositivos prometen detectar palabras de diferentes oradores y traducirlas a un ritmo natural de conversación.
Esta solución supondrá, seguro, un antes y un después en sectores como la educación, el turismo, etc. Sin embargo, ya habrá quien se pregunte: ¿será el comienzo del fin del aprendizaje de idiomas? ¿ya no hará falta estudiar inglés o francés?
Desde luego, lo hará mucho más sencillo, pero un idioma no será nunca solo un conglomerado de vocabulario, existen reglas gramaticales, expresiones propias, frases coloquiales... En español, por ejemplo, es posible cambiar el orden de las palabras en algunas frases sin que el sentido de las mismas se vea alterado. Sin embargo, la construcción de oraciones en inglés no es igual de sencilla. Pero dejando a un lado las posibles dudas que puedan surgir en cuanto a la capacidad de un software, el proceso de aprendizaje de idiomas en sí puede presumir de aportarnos un gran valor añadido a nivel mental y cultural.
Como sucede cuando aprendemos cualquier materia, estudiar un idioma mantiene nuestro cerebro activo, ejercitado, lo que ralentiza el proceso de oxidación mental propio del paso de los años. La formación de palabras -jugando con raíces, prefijos y sufijos en otro idioma- hace que llevemos a cabo constantemente procesos de razonamiento. El aprendizaje de un idioma, en general, nos lleva a comprender que hay otras formas de entender el lenguaje, que las reglas no son siempre como las hemos considerado o las que nos han inculcado. De esta forma, es un proceso que nos sumerge poco a poco en otras culturas y esa experiencia, por el momento, no puede dárnosla un dispositivo digital.
Llegar a una entrevista de trabajo y poder llevar a cabo con éxito una prueba de conversación en inglés o viajar a Berlín y entenderse en alemán porque lo has estudiado, son situaciones que nos aportan una satisfacción personal innegable.
No obstante, al César lo que es del César, y las nuevas tecnologías han impulsado increíblemente el aprendizaje de idiomas. Hace años era imposible ser autodidacta en cuanto a las lenguas se refiere, y ahora, podemos aprender con un profesor nativo que se encuentre en cualquier lugar del planeta sentados en nuestra habitación gracias a plataformas de cursos online. También es posible entrenar nuestro vocabulario cada día mientras vamos en el metro con una simple aplicación en el móvil.
En definitiva, la Inteligencia Artificial está ayudando a difuminar la barrera de los idiomas, pero de momento mejor no arriesgarse a poner en nuestro currículum que nuestro nivel de ruso y chino es avanzado si no lo hemos estudiado.