Arabismos: el legado de una cultura que duró ocho siglos
Sala de oraciones de la mezquita de Córdoba / Foto: Timor Espallargas
La lengua es también, a su manera, un árbol, nos resguarda, crece con nosotros, florece, tiene sus ciclos", dice la historiadora de la lengua y catedrática de la Universidad de Sevilla Lola Pons, en su libro El árbol de la lengua. Sus raíces, largas y entrelazadas, guardan toda la herencia de las voces que la habitaron y la siguen habitando.
En un vistazo rápido al 'Diccionario de la lengua española' encontramos pronto numerosas palabras que nos suenan a la herencia árabe que recorre el mapa peninsular. Algunas ya las sabemos; otras, por mera intuición, como si un susurro de nuestros antepasados, se nos presentan como parte de esa larga estela de una cultura que, pese a los siglos, se mantiene en el habla reciente en España, en costumbres de todo tipo y, en definitiva, en el día a día de nuestras vidas.
No es para menos. Durante ocho siglos, el territorio peninsular fue mayormente árabe. Primero el sur, zona a la que luego denominaron Al-Ándalus y que hoy conserva el nombre con el topónimo de Andalucía, pero pronto ocuparon mucho más. Si bien es en Andalucía donde mejor se conservan los restos de aquellos califatos, en cuanto abrimos la boca todos manifestamos esa parte de la Historia que determinó nuestra existencia actual: almohada, alcachofa, aljibe, alfombra, alacena… Vale, la mayoría de las palabras que comienzan con al- son lo que conocemos como 'arabismo' y las usamos, las usamos todo el tiempo, pero hay muchas más...
Una fuerte influencia cultural
"Un arabismo es cualquier palabra que ha llegado a una lengua determinada procedente directamente del árabe, aunque en su origen no sea una palabra del mismo idioma", recuerda la traductora Ikram Khayat. Así, el Diccionario de la Real Academia Española lo define como: '1. m. Giro o modo de hablar propio de la lengua árabe. 2. m. Vocablo o giro de esta lengua empleado en otra' Los arabismos pasan a otras lenguas por vías populares o cultas, orales o escritas. En el caso del castellano entran y tienen que integrarse en otro sistema idiomático distinto.
"La relación lingüística entre el árabe y el español es por dos razones principales: por un lado, el contacto de las lenguas, y por otro la influencia cultural. La entrada de los árabes a España forma parte de la expansión musulmana por el Norte de África. Cuando conquistaron la mayor parte de los territorios, también impusieron el árabe como lengua oficial. Sin embargo, hubo algunas zonas que conservaron su lengua de origen. Dicho esto se podría decir que en Al-Ándalus coexistieron varias variedades lingüísticas", sostiene Khayat.
Bajo distintas figuras administrativas y dinastías, el pueblo árabe permaneció en el poder hasta la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos en 1492, en la denominada Reconquista. No obstante, aquello no borró las formas en que la cultura mozárabe había penetrado en la identidad misma de miles de personas. Se sabe que población arabófona hubo en la península, al menos, hasta 1609-1612, tras los edictos de expulsión de Felipe III.
Religión, política y sociedad
En realidad, los historiadores e historiadoras coinciden en que solo una pequeña parte de aquellos invasores hablaba árabe, y que la mayoría hablaba bereber, una lengua del norte de África. Teniendo esto en cuenta, "la arabización de la lengua no ocurre de un día para otro", como apunta Ángeles Vicente, profesora titular del área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Zaragoza en un artículo para BBC Mundo. La cultura árabe se fue introduciendo poco a poco, a lo largo de aproximadamente dos siglos en un proceso donde el punto de vista político y religioso son la clave.
No obstante, no solo el poder directo influyó en la lengua, también los matrimonios mixtos (o poder indirecto en la sociedad de la época) entre árabes y autóctonos en su mayoría cristianos convertidos al islam, algo que ocurría, en parte, para obtener privilegios a la hora de trabajar o la exención de impuestos como explica la periodista Alicia Hernández en el mencionado artículo.
Entre el siglo VIII y el siglo XI se produjo la primera etapa de convivencia entre dos lenguas: el protocastellano/roman-andalusí, romance de Al-Ándalus muy temprano, y el árabe andalusí. "Es una época de interacción muy fuerte donde los mozárabes (población hispana con elementos culturales musulmanes) son muy numerosos", recuerda Hernández.
Infinidad de arabismos
La aparición de Al-Ándalus representó una nueva realidad social: la práctica del bilingüismo en la vida cotidiana. El hecho de que la población hispanorromana y los árabes se comunicasen usando, de forma alternativa, ya fuera el árabe clásico y el romance, ya fuera el árabe vulgar y el romance o el latín, estableció un vínculo profundo, que no es de extrañar que haya continuado en el tiempo.
El segundo contacto llegó con las conquistas de los reinos cristianos a los musulmanes. Para entonces, el califato desaparece, sin embargo la cultura árabe no lo haría nunca. Así, árabe y castellano conviven hoy en día en multitud de acentos y hablas, en multitud de gestos y formas.