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envidia

Etimología - El origen de la palabra: envidia

Para la doctrina católica, la envidia es uno de los siete pecados capitales. Unamuno dice en sus escritos: «mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual».

La envidia fue estudiada por el psicoanálisis, en especial por la austríaca Melanie Klein (1882-1960), quien investigó numerosas formas de manifestación de ese sentimiento, el cual, según ella, era frecuentemente confundido con los celos. Klein propuso diferenciar claramente uno y otro, afirmando que los celos se basaban en el amor, y suponían, de alguna forma, una relación entre tres personas, mientras que la envidia ocurría en una relación entre dos individuos.

La palabra proviene del latín invidia, -æ, que entre los romanos también designaba sentimientos tales como ‘antipatía’, ‘odio’, ‘mala voluntad’, ‘impopularidad’, ‘celos’, ‘rivalidad’. Por ejemplo, invidia Numantini fœderis significaba ‘impopularidad del tratado con Numancia’.

El verbo que dio origen a esta palabra era invidere, que se traducía como ‘mirar con malos ojos’, ‘envidiar’, ‘sentir antipatía’, formado con el verbo videre ‘ver’ --a partir del indoeuropeo weid- ‘mirar’-- con el prefijo latino in- ‘contra’; o sea que, según el sentido primigenio del término, este sentimiento de cierta manera equivale a ‘ver negativamente’ o ‘mirar con hostilidad’.

En francés, la palabra fue adoptada en 980 como enveie y, desde 1180, como envie; en inglés, como envy; en portugués, como inveja, y llegó a nuestra lengua en el siglo XIII por obra de Gonzalo de Berceo, quien usó también envidioso (lat. invidiosus) y envidiar.


Estos textos ha sido extraídos de los libros de Ricardo Soca La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras.

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