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Lingüista estimula lenguaje coloquial en la red brasilera Globo

Lingüista Valeria Paz de Almeida, Revista Língua Portuguesa

Luis Costa Pereira Junior

 

 

Valéria Paz de Almeida es una lingüista brasilera dedicada a los medios. No enseña portugués en las escuelas ni sigue una carrera académica en universidades; su trabajo es en la televisión. Hace catorce años que es la consultora lingüística de periodismo de la poderosa cadena brasilera Globo.
Hace quince años, descontenta con enseñar en facultades privadas, se aventuró en la prensa. "Vi un anuncio en la Folha de S.Paulo, que buscaba un consultor de lenguaje y resolví probar”, cuenta. Seis meses después migró hacia la emisora televisiva. Valéria evacuaba dudas gramaticales y daba clases a los periodistas de la Globp, pero no tardó en darse cuenta de que eso no era suficiente. "Los mayores problemas de texto en periodismo televisivo no son los de gramática, sino la construcción artificial de las oraciones, que parecen propias de un texto escrito, por lo que no resultan adecuadas para reporteros y locutores que se comunican hablando”, explicó.

Poco a poco, Valeria empezó a granjearse, con su trabajo, la simpatía de sus colegas de la emisora, como la editora jefe Teresa García, con quien actuó durante años en el informativo Jornal Hoje, hasta el punto que ayudó a producir una serie especial de reportajes del programa de noticias con la variante brasilera del idioma, desde la perspectiva de la lingüística. Este hecho es inédito en los medios brasileros, acostumbrados a pensar en el idioma solo como un instrumento de prestigio social.

Madre de dos hijos, con maestría y doctorado por la Universidad de São Paulo, Valeria Paz muestra en esta entrevista que los lingüistas tienen más espacio de acción que las aulas o los consultorios sobre gramática, pero que, para ello, es preciso que estén dispuestos a ocupar esos lugares.

¿Cómo fue su migración hacia la TV?
A fines de los años noventa, yo daba clases en la Unifai, una facultad privada en el barrio de Ipiranga, en São Paulo, pero estaba muy descontenta con la carrera. En las universidades privadas hay cierta presión para que los alumnos sean aprobados de cualquier manera, y yo no estaba de acuerdo con eso. Un día vi un anuncio en la Folha buscando un consultor de portugués. Yo ni sabía que eso existía. Pasé las pruebas y, el día de la entrevista, me vi de repente ante [el lingüista] Pasquale Cipro Neto, de quien había sido alumna, en el tribunal que se haría cargo de la entrevista. No sé si el hecho de conocerlo habrá tenido algún peso, pero el hecho es que fui a trabajar en la Folha para aclarar dudas de los periodistas. Eran cosas del tipo ¿esta concordancia es correcta? ¿la puntuación tiene errores? Me quedé solo seis meses, porque aquello tampoco me gustaba. Fue entonces que Pasquale me invitó a impartir con él clases de portugués en la Globo. Eran clases bastante tradicionales, con examen y todo. Desde el 2001 voy dos o tres veces por semana a la sede de la Globo en São Paulo. Eso marcó un cambio total en mi carrera.

¿Te frustró dejar de dar más clase a estudiantes de Letras?
Al principio, temí que la actividad me distanciara de la vida académica que me atraía mucho. Pero enseguida me fui dando cuenta de que lo que los periodistas necesitan no es tanto aclarar dudas de vocabulario y sintaxis, sino pensar también la semántica, la construcción del texto, la coherencia y la cohesión. No se se trata solo (ni principalmente) de problemas de gramática, sino de construcción artificial de las oraciones, que parecen escritas, aunque sean dichas por reporteros y locutores. Poco a poco se lo fui mostrando a ellos y ganando espacio.

¿Qué aprendiste sobre el género televisivo que no supieras antes?
Los gramáticos clasifican el género de periodismo televisivo como híbrido, puesto que, por definición, contiene elementos de la escritura  y del habla.  Descubrí que no es híbrido, puesto que el habla es solo el canal por el cual se dan las informaciones; no se trataba de una realización propiamente hablada. Era una producción escrita, pero con la particularidad de que era leída. Me di cuenta de que la orientación que los periodistas de televisión precisan es hacia un habla más coloquial. En ese medio hay una tradición de varias décadas que sigue los patrones de la escritura y los profesionales no se dan cuenta de que su registro tiene una distancia muy grande del habla.

¿El teleperiodismo no usa un lenguaje coloquial?
La gente de televisión cree que ser coloqual es hablar como para que la clase C entienda. Yo vivo repitiéndoles que tienen que hablar como la mayoría de las personas. Como surge de las investigaciones y según registra la Nova gramática do português brasileiro, hay más semejanzas que diferencias entre la norma culta y la norma popular. Por otra parte, una estructura más simple facilita la comprensión para todo el mundo. En todos los ejercicios de retextualización que hicimos, el texto quedó más corto, claro e interesante. Los periodistas ya se dieron cuenta de que eso mejora el producto final, que es un texto más informativo y no encorsetado, que mantenga al público concentrado en las noticias, de modo que están tratando de hacerlo con mayor naturalidad.

¿Cómo orientas a los periodistas?
Buscando mostrarles que el habla mediada por el medio electrónico es diferente del habla espontánea, coloquial. Cierta vez, un editor me preguntó sobre la flexión de infinitivo (N. del T.: en portugués, el infinitivo tiene flexiones de persona) en la oración “Las víctimas no tuvieron tiempo de ser socorridas”. El problema, le dije, no era el infinitivo, toda la oración estaba mal construida. ¿Una víctima “no tiene tiempo” de recibir socorro? ¿Qué lógica es esa?

La persona emplea hábitos de la lengua escrita en el lenguaje mediático
Fíjese que el teleperiodismo suele seguir la lógica de la escritura al enunciar sus noticias: el tiempo presente, frases sin artículos, pero nadie llega a su casa y dice “coche choca en esquina de edificio”. Es no es natural para nadie que cuente una historia, más bien se suele decir:  “un coche chocó ahí en la esquina”. Nadie dice “policía persigue banda”, sino “la policía está persiguiendo a una banda”.  Al hablar, uno ni se da cuenta, pero raramente usamos el presente simple para denotar el presente, preferimos usar perífrasis con “estar”.

Los problemas, entonces, eran de construcción de texto...

Exacto. Fijate en esta grabación de un servicio de mensajes telefónicos: Este servicio de mensajes ajuda a resolver problemas que no son solucionados en el Servicio de Atención al Cliente, SAC.  No hay ningún error gramatical en la oración, pero sigue patrones de la escritura, no de oralidad. Fijate: no repite palabras, pone el verbo en voz pasiva y esconde el agente; el SAC se convirtió en un adverbio de lugar.

Al ser hablada, la oración debería ser Este servicio de mensajes ayuda a resolver lo que el SAC no resuelve. La lógica cambia y se entiende mejor. Siempre dediqué un tiempo al equipo del informativo para hacerles entender que no es necesario decir “vehículo” para no repetir “coche”, ni “aeronave” para no decir “avión” dos veces, etc.  La repetición de palabras es un tabú en la escritura, pero no en el habla, donde la redundancia puede ayudar a dar énfasis a la oración y a establecer cohesión. Análogamente, los reporteros se autocontrolan para no usar términos coloquiales ni regionales, cuando en realidad el desafío es acercarse a la comprensión del telelespectador. Un editor contaba que en cierta ocasión desecharon un trecho en que el reportero usaba “dar vuelta” en vez de “circundar”, y se quedó muy contento, porque él pensaba lo mismo.  Yo le dije que el trecho eliminado debería en realidad haber sido usado, puesto que era perfectamente claro para el público.

¿Pero no equivale a eliminar un patrón de calidad del canal?
La preocupación por mejor el patrón del informativo de televisión tiene que pasar más bien por la naturalidad del habla coloquial. Muchos periodistas se oponen, por ejemplo a usar la forma reducida “ta”, del verbo estar, pero cuando la noticia es en vivo, todo el mundo usa el “ta” espontáneamente, y es interesante que a nadie le parece algo anómalo, ni al equipo ni al público. A pesar de que se usa cada vez menos “aproximadamente”, los periodistas no parecen haberse dado cuenta de la utilidad de equivalentes como “cerca de” o “unos”, que la lengua nos ofrecen con el mismo fin. Una cosa gratificante de mi trabajo es que la gente empezó a sentirse menos tensa al escribir. Algunos me dicen que se siente más libres. Un editor consciente de la evolución de la lengua debe conversar con el reportero para ver la mejor manera de narrar un hecho.

 
¿Hay una fórmula para un habla más coloquial en la televisión?
Siempre digo que en televisión no hay fórmula para lo coloquial, a pesar de que estemos buscando identificar los rasgos de una enunciación mediática, pero cuando un reportero define su propia manera de hablar el texto gana más personalidad y credibilidad. El otro día, una periodista televisiva se sentía tan libre y tan suelta que usó un recurso fantástico de expresión sin darse cuenta. Ningún editor se dio cuenta en el momento y a todos les pareció interasante cuando lo comenté. En vez de narrar en discurso indirecto o una grabación de la persona entrevistada (que no tenía), incorporó el habla de la persona a la suya propia: “Una vecina acabó de contarme, mirá, Fulana, yo tenía tanto miedo esa noche que ni dormí aquí, me fui a un hotel”.  Es algo muy simple, pero que cambia radicalmente la forma de contar historias en un informativo.

¿Tropezaste con mucha resistencia?
Ninguna institucional. Solo aquellas que la enseñanza le mete en la cabeza a la gente: un apego individual a la gramática del siglo XIX. Se admite que todo ha evolucionado, menos la lengua, y que lo que no es material, no es fácil de seguir. Pero poco a poco, con sensatez, la gente va descubriendo que la lengua es algo más que gramática antigua.

¿Cuál es el mayor prejuicio de los medios con relación a la lengua?
La no comprensión del papel del lenguaje como factor social, cultural e identitario. Eso tiene mucho que ver con la resistencia al cambio lingüístico. Dije antes que por la tradición escolar, pero no es solo por eso. Creo que los periodistas y muchos otros profesionales tienen esa resistencia porque viven una ilusión con respecto a la “posesión” de la norma culta, que es un factor de mantenimiento de las diferencias sociales. En una sociedad en la que subsisten tantos prejuicios, la lengua no se podría escapar, ya que es un poderoso instrumento de inclusión social. Si los más cultos empiezan a hablar “igual que todo el mundo” en la televisión, estarán perdiendo el poder sobre la lengua y sobre las diferencias sociales. Ese factor todavía pesa mucho.

Eso exige una nueva manera de concebir los medios...

 

Ciertamente. El escritor mozambiqueño Mia Couto dijo cierta vez que su país le debe a Brasil, a su contacto con el portugués brasilero, la percepción de que la lengua que hablan no era tan “incorrecta” como creían,  puesto que era preciso que ellos hablaran una variedad lingüística que los identificara, que dijera quiénes son. Debemos conquistar el entendimiento de las variedades lingüísticas de Brasil por la comprensión, no por la fuerza. La televisión puede ayudar al país a avanzar. Y esa es una oportunidad demasiado grande para los lingüistas como para que le den la espalda.