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Mi hijo no habla: trastornos del lenguaje infantil

12/01/2015

En ocasiones nos preocupamos demasiado por cómo hablan nuestros hijos pequeños, cuando en realidad no existe ningún problema, otras veces pasan desapercibidos trastornos que convendría solucionar cuanto antes.

Los niños tienen su propio ritmo para aprender a hablar y cada uno tiene su propia estrategia para comunicarse. Una de las causas principales por las que un niño no habla es la poca estimulación. Si el pequeño se hace entender a través de signos y gestos, entonces ya no necesita las palabras para poder expresar sus deseos y necesidades. Es decir, si al niño le basta con extender la mano y señalar un vaso de agua para que su mamá se lo alcance, no necesitará aprender la palabra "agua". Por eso, para estimular el habla del pequeño se debe intentar que pida las cosas hablando. Además, leerle cuentos y hablarle mucho también beneficiarán la estimulación del habla.

Otra de las razones importantes por las que el habla se puede llegar a retrasar es el déficit de audición. La sordera, aunque sea parcial, puede obstaculizar el aprendizaje del lenguaje si no se descubre y corrige a tiempo. Ante la menor duda, lo mejor es consultar con el pediatra.

El desarrollo del lenguaje también puede verse bloqueado por un acontecimiento que marque profundamente al pequeño, por ejemplo, la llegada de un hermanito. Existen también casos peores, en los que un shock o un trauma pueden bloquear psicológicamente al niño. Los celos del niño son más o menos fáciles de combatir y con la estimulación adecuada pronto hablará.

Sin embargo, si el bloqueo del niño tiene un origen más complejo o grave, lo mejor es acudir al especialista.

¿Qué se puede hacer para fomentar las ganas de hablar del niño?

Hablar mucho: Claro que le podés cambiar los pañales a tu bebé sin abrir la boca, pero es una oportunidad excelente para explicarle el mundo: "¡Mira, este es tu ombligo!". "¡Mira cómo se mueve el móvil cuando soplamos!" Evidentemente los bebés aún no captan el significado de las palabras. Pero existen dos argumentos importantes a favor de hablar con el bebé. Primero, los bebés se sienten a gusto con el sonido de la voz de mamá. Segundo, al principio aprenden sobre todo escuchando.

Responder. Bu-bu-bu, ga-ga-ga. En cuanto el bebé empiece a producir sonidos, se convierte en un interlocutor a tomar en cuenta. Se alegra cuando los mayores imitan sus sonidos a modo de respuesta y se esforzará a su vez con las palabras de mamá y papá.

Escuchar. Hablar solamente tiene sentido cuando sientes que alguien te escucha con interés. Independientemente si un niño de un año practica una nueva palabra o el de tres cuenta por séptima vez su encuentro con el camión de la basura. Escuchar significa tomarse tiempo y mirar el niño mientras habla.

Leer en voz alta. Los libros son fantásticos, incluso para los más pequeños. Se pueden morder las esquinas, tirar de las páginas y en algún momento también mirar las imágenes. Mientras más pequeño el niño, más simples han de ser las ilustraciones: una pelota, un autito, un oso.

Cantar. El idioma es información, pero también melodía y ritmo. Ambas cosas aprenden los principiantes fácilmente con canciones, poemas y juegos con los dedos.

Jamás corregirlo directamente. "Abuela ido casa". Está claro lo que quiere decir el chico con esta frase. Y merece su reconocimiento. En vez de corregir a tu hijo, repetí la frase en su versión correcta: "Sí, es verdad, la abuela ha ido a su casa".