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La maravillosa máquina de hacer poemas

Osvaldo Julio Schiavoni se dedica desde hace más de 30 años a la fría ciencia de la Informática, trabajando como analista de sistemas en una empresa de Buenos Aires, pero quienes lo conocen saben que detrás de su inteligencia serena y objetiva, el poeta que soñó ser en su adolescencia se mantiene vivo y actuante.

Osvaldo es el creador del único programa de rimas por computadora que existe en español en el mundo. Sentados en un restaurante de Buenos Aires, me contó que cuando era adolescente a veces se pasaba horas buscando una palabra que rimara con suerte o con muerte, hasta que cayó en la cuenta de que cualquier verbo de segunda conjugación serviría con sólo añadirle el pronombre te.

"Empecé a familiarizarme con las computadoras en los años 60, con los programitas de fogueo que hacíamos para practicar, pero nunca llegamos a saber si funcionarían porque no teníamos la menor posibilidad de llegar cerca de una máquina", contó.

Después de esos escarceos iniciales en el mundo de la computación, Osvaldo sólo tuvo su primer contacto real con un ordenador en 1973, en una máquina de gran porte que funcionaba con tarjetas perforadas, pero sólo 12 años después surgirían en la Argentina las primeras terminales con teclado, que le permitirían sus primeras experiencias personales, más allá del trabajo de la empresa.

Y su primer trabajo no oficial en una computadora, no podría haber sido otro que su investigación sobre la rima, que recuerda haber desarrollado "a fuego lento, con interrupciones a veces de años", hasta que en 2000 pudo comprar su primera computadora portátil. "Con ella, empecé a trabajar en el tren, en mi trayecto diario de 65 a 70 minutos entre Villa Elisa y Buenos Aires", hasta terminar el programa, en abril de 2000.

Osvaldo cuenta que la mayor dificultad de todo este trabajo fue desarrollar el programa de conjugación de verbos, el ConJugo, que presentó muchas dificultades con los verbos irregulares, en los cuales descubrió 72 irregularidades, una más de las que había en la gramática que usaba.

También nos contó sus tribulaciones con la generación de palabras, aumentativos, diminutivos, adverbios terminados en mente y el manejo automático de los plurales. Osvaldo, un analista de sistemas que por fuerza de este trabajo se convirtió en un verdadero lingüista computacional, no se olvida tampoco de lo que sufrió con el silabeo, que "cuando se consideran sinalefas y hiatos no es tan sencillo como puede parecer a primera vista".

Otro punto espinoso fue la Fonética, "un tema del que conozco poco, por lo que inicialmente me limité a la fonética ríoplatense, hasta que algunos amigos españoles se quejaron de que la palabra verso no rimaba con escuerzo", contó. Pero hasta ese detalle fue tomado en cuenta en la última versión del RIMAR, en la que el usuario puede configurar el programa de acuerdo con una determinada pronunciación regional.

"Hasta donde sé por mis investigaciones y las de otras personas en la Internet, el RIMAR es un programa completo y ÚNICO en el mundo", asegura Osvaldo con bien fundado orgullo.